Cuando son tres grupos los que vas a ver tocar una noche, han cambiado inexplicablemente a última hora el lugar del evento y ves que la cabeza del cartel, una Shannon Wright atropellada, toca con urgencia sus imperiosas canciones, notas que algo ha fallado en la organización de este interesante cartel.
Primero, el dúo madrileño Tostadas presentó sus tortuosas canciones, con vueltas y rodeos hacia el post-rock; esos cambios de ritmo que te hacen no saber los giros sonoros que te llegan a continuación; misteriosos entre la guitarra y el teclado, para construir unas canciones donde, quizá, cualquier otro escenario hubiese sido más adecuado para ésta creación de paisajes sonoros donde habitan tanto desiertos infinitos como la gente que, arropada por la sorpresa, atendía con atención las suaves texturas de la pareja de madrileños. Muy acertados estuvieron en coordinar con mimo los acordes entre ambos instrumentos. Se me antoja que alimentando sus melodías con algún instrumento de cuerda la cosa cambiaría en directo; pero, seguramente, no sea ésta la intención de Tostadas. Por ahora entregan con indisimulada indulgencia sus enigmáticas canciones. Cuidando un poquito más las melodías pueden hacer grandes cosas. Diferentes y con la palabra promesa muy cerca de sus manos.
Lo de Scott Mathew camina por derroteros que transitan más por esa moda que emparenta, tanto a Devendra Banhart como a cualquiera de los notables artistas que funden el folk con el pop de las últimas hornadas. Como no, utiliza como acompañamiento varios instrumentos de cuerda (cello, ukelele) para dar rienda suelta a unas composiciones cantadas con tanta dulzura como notable habilidad para proporcionar una poderosa confianza en todo su repertorio. Con una absoluta y uniforme clase para dar sencillez a sus canciones, Scott Matthew y sus tres acompañantes construyen sus temas entre la armonía vocal de su locuaz intérprete y la perfecta compañía que tiene a su lado. No es de extrañar que se hubiesen acercado a verle Alondra Bentley, Christina Rosenvinge y Ainara leGardon (atentos al nuevo álbum y poderoso concierto de esta última que se regala con la entrada el próximo 13 de noviembre en Moby Dick), pasado y presente del folk-rock actual femenino de nuestro país.
Scott Matthew sabe ofrecer pasión y campechanía con un tono afable que dispara la discreción hacia cotas donde sus canciones se convierten en algo mayúsculo. Es uno de los mejores vocalistas de folk lírico de la actualidad. Ni más ni menos.
Y la última en salir fue una Shannon Wright a la que vimos, bailando entre cables a toda prisa, para poner a punto su directo. Injusto en la medida que, siendo cabeza de cartel, quedo encogida en pocos minutos de la velada, cuando acababa de estrenar su notable último álbum, un “Honeybee girls” que mereció mucha mejor suerte. Problemas con el teclado que no le hicieron acobardarse, sobre todo a partir de la cuarta canción, “Defy this love“, para crecerse de ahí en adelante en un concierto que no fue olvidable por la pasión que a Shannon Wright se intuye desde las canciones de sus discos de estudio. Una pena que el horario no pudiera hacerla crecerse y sólo al final, cuando su público se metía en el concierto, se vio a una artista auténtica, con fiereza, rasgando su guitarra y tirándose al suelo, mostrando el arrollador directo que pudo ser y no fue. Alguien le debe otra oportunidad a Shannon Wright y espero que lo tenga en cuenta; porque quedamos a la espera de una revancha que nos deje saciados de la rabia y el coraje de la cantautora de Florida. De mientras, nos entregaremos con las mismas ganas y expectación en el concierto de otra gran dama del folk-rock de nuestro país: Ainara LeGardon que, seguro, ofrece rabia y pasión a partes iguales en su próximo directo madrileño y trabajo de estudio. Es el pasado y presente del folk-rock femenino; sin lugar a dudas.
Texto y fotografías: Ángel Del Olmo