En un país cuyas últimas referencias al folk hay que agradecérselas al notable trabajo, -no sólo por sus méritos sino por la astuta campaña de promoción- de artistas como Russian Red o la aún injustamente desconocida Ainara Legardon, el que salte a los medios otra cantante folk crea tantas expectativas como incertidumbre: ¿Será, Alondra Bentley, una copia más entre Anni B. Sweet, Kristin Hersh, Joni Mitchel, Dayna Kurtz, Laura Veirs o tirará hacia las excelencias de Natalie Merchant? El secreto de estas líneas de influencia hay que encontrarlas en el camino más corto de sus “baldosas amarillas”: las canciones. Y ahí queda la solución resuelta. Los temas que su sorprendente “Ashfield Avenue” (Absolute Beginners, 2009) son llevadas al directo, crecen y se agrandan, como si sus múltiples espacios fueran creados no una, sino llevando a cuestas cuatro o cinco discos publicados. Porque ésta británica, afincada en Murcia desde sus cuatro añitos, (autodidacta y crecida en un ambiente musical), ha creado una obra de orfebrería; un álbum de debut con el sello de Paco Loco en la grabación y contando también con excelentes profesionales en su impecable acabado (Vicente Maciá, Joserra Senperena, Joaquín Pascual, Xema Fuertes, César Verdú, Xel Pereda…).
Y si encima tiene a dos acompañantes de la talla de Xema Fuertes y Caio Bellveser, como decía ella —estos chicos lo tocan todo-, las cosas se ponen mucho más serias que lo que a un álbum de debut cabría exigirle.
No sobró ni una de las canciones que los tres músicos tocaron aquella noche, en una hora de concierto que se pasó en un vuelo. Fue una primera toma de contacto con el público madrileño, que puede volverla a ver en breve en dos conciertos próximos en Madrid, además de recorrer próximamente Teruel, Valencia y Barcelona.
Alondra Bentley tiene una voz que encandila desde el primer segundo. Repasó su disco con una parsimonia y una dulzura que fascinaba y conmovía. Lo que en el disco de estudio es una disparidad de sonidos y ambientes, en el directo es el saber hacer de sus músicos con los instrumentos (banjo, contrabajo, guitarras…), además de acompañar sus voces a la templada de Alondra Bentley, para saber transmitir un concierto impecable, maduro, tierno y sobrecogedor.
Fue una noche de descubrimiento. Y el de desear a una artista el mismo éxito que otras muchas. “Asfhield Avenue” tiene madera de clásico y su garante la mesura que hace despedazar esa impostura de una artista mostrando la calidad de su excelente trabajo; y conducirlo al directo así de bien.
Ángel Del Olmo