Noche de viernes. Uno ya está cansado, los años van pesando, y acaba la semana algo cansado por el trabajo. El caso es que dentro del horrible agotamiento, uno guarda siempre un hueco en su cuerpo y en su alma para la ilusión. Y es lo que me ocurrió con Uriah Heep. También ayudó, todo hay que decirlo, vivir cerca de la sala. Pero eso da igual. Es la anécdota. El caso es que recordé a muchas personas que hubieran gozado conmigo de este increíble concierto, melancólico y tremendo que celebraba los 40 años de una formación que si bien no suele formar parte de las listas cuando se habla de los “mejores grupos de”, su trabajo durante estas cuatro década habla por sí solo. Y su magia. Y su regreso a la fantasía. Y su mañana de julio en una noche de octubre. Increíble. Para llorar de la emoción. Gracias Uriah…
Uriah Heep. 40 años. Qué decir, qué aportar que no esté dicho con todo esto… Pura magia de una banda que dados los datos de su ‘edad’, cualquier aficionado a la música que no les conozca diría que son unos típicos dinosaurios del rock que se arrastran por los escenarios de medio mundo tirando de greatest hits para sacar unas pelillas y sufragar una jubilación de oro en alguna casa de lujo. Pues no. Uriah son actualmente cinco músicos que están al nivel de cualquier banda de máxima entrega, de primera línea. Era la segunda vez que les veía, pero como si fuera la primera. Nada que ver con ir a un concierto de este estilo con atender a su actuación, precisamente este pasado mes de julio en Londres, en el festival High Voltage. De hecho, reconozco que ni me enteré apenas de su show, entre tanto concierto, uno tras otro, con la lógica saturación…
Y centrándonos ya en el conciertazo que pude ver esta noche, debo decir que lo peor fue el sonido. La sala Heineken se ha afianzado y consolidado progresivamente como la gran sala de conciertos de mediano aforo para Madrid, siempre acercándose a los mil asistentes. Pero aunque otras veces el sonido estuvo a un nivel aceptable e incluso alto, la mezcla no nada sobresaliente en la mesa. Pese a todo, se dejó escuchar con aceptable nivel.
Sobre el setlist presentado, Uriah Heep intentó recoger sus 40 años de Historia, lo cual nunca es fácil, pero también metiendo con calzados algún que otro tema de su -por otra parte- excelente último trabajo de estudio, el ‘Wake The Sleeper’ de 2008. Se echaron en falta, no lo voy a negar, algún que otro clasicazo como ‘Salisbury’ o ‘Stealin‘, mientras que cayeron 5 canciones del mencionado ‘Wake The Sleeper’. Pero sin reproche alguno, porque se ofrecieron casi todas las imprescindibles: ‘Return to Fantasy’, ‘The Wizard’, ‘Free an’ Easy’, ‘Gypsy’, ‘Look At Your Self’, ‘July Morning’, ‘Easy Livin’, ‘Lady In Black’…
Comenzaron con el temazo que abre su último CD homónimo, una ‘Wake The Sleeper’ que sonó tremenda, enérgica y cañera como pocas. Algo saturada aún de sonido, antes de mejorar las condiciones desde la mesa, pero igualmente tremenda. Una cosa que llamó la atención, ya desde este tema, es la fuerza de su música llena de coros. La música de Uriah destaca más allá de su cariz progresivo o hardrockero, por ese clima que le mete con los coros épicos y de lamento… y en directo suenan sencillamente geniales. Se crea una atmósfera mágica al tiempo que cercana y de simpatía, que es inexplicable la experiencia.
El público estaba totalmente entregado. Y vale que no se trata de un público típico en un show de heavy, donde se bote y se agiten las cabezas continuamente unas dos horas. Pero con una media de edad cercana a los 40, como los años que cumplían Uriah Heep, la entrega era absoluta para imitar los guitarreos, los obsesivos movimientos de Bernie Shaw por el escenario… Y es que la magia consiste no en música pegadiza o comercial, sino en composiciones tremendas interpretadas por cinco genios, con una soltura insultante, compenetrada de forma casi automática, por instinto. La verdad es que no se entiende cómo esta banda jamás ha tenido un éxito aún más grande, propia de bandas míticas como otros mitos del progresivo, tales como Pink Floyd, Yes, Camel, King Crimson, Van der Graaf… ya que su música es igualmente excelsa y talentosa. De hecho, es más ‘cercana’, que no comercial, que el denso repertorio de muchos de estos grupos mencionados…
Otra de las joyas de la noche es poder escuchar esos teclados setenteros en pleno siglo XXI, que enganchan y encantan serpientes con su sonido tan clásico y al mismo tiempo tan bien producido. Phil Lanzon es un genio a la par que sencillo y directo. Sonido Hammond y de organillo de toda la vida, puro y duro. Por su parte, Bernie Shaw estuvo tremendo. No es el clásico de los clásicos, ya que el actual vocalista de Uriah llegó en 1986 tras varios sustitutos que trataron tapar difícilmente el hueco dejado por el malogrado David Byron, pero se ha terminado convirtiendo en la voz de Uriah, de forma indiscutible. Además, su voz es ya insustituible. También mención especial para el eterno Mick Box, un guitarrista carismático cuyas gafas de sol son tan intocables como su talento sobre el escenario, así como para el bajista, Trevor Bolder, correctísimo y lleno de calidad. Pero me gustó especialmente Russell Gilbrook, quien da la nueva nota de color al grupo tras su entrada en 2007. Sonido renovado, propio de un músico más joven que sus compañeros, que le imprime un tono más cañero, heavy y contundente a la música de Uriah, aunque suenen los clásicos.
Una mañana de julio en una noche de octubre…
Y ya hablando de los temas que mejor sonaron y más encandilaron, destacó en décimo lugar ‘Gipsy’, quizás el mejor momento de la actuación de la noche, contundente y encandiladora. Un clásico que nunca muere y que encima sonó tremenda con el riff más famoso de Uriah elevándose al cielo. También fue muy bien aceptado la ‘jam’ que se marcaron para el ‘Look At Your Self’, con solos interminables y una calidad interpretativa en sus instrumentos que maravillaron al público. Y para cerrar, la mejor parte de esta impresionante sesión musical: ‘July Morning’ sonó para soltar lágrimas de emoción. Realmente uno se da cuenta en estos momentos de que es incapaz de transmitir con palabras lo que se vive en un concierto. Al final el periodista se debería limitar a dar al ‘play’ de una grabadora y que la música hable por sí sola… La ‘mañana de julio’ fue antológica. Ojalá jamás hubiera acabado y aún estuviera retumbando en mis oídos… Por cierto que impresionante interpretación vocal de Shaw al final, alargando la última llama de la canción, y de Lanzon con su teclado. Lágrimas reprimidas ante la emoción… Increíble.
Otra cosa que a un redactor musical se le pasa en estos momentos por la cabeza es que en el fondo le gustaría acudir a estos conciertos como un fan más, tirar la cámara, tirar la libreta y dejar de tomar notas, de prestar atención a todo y cerrar los ojos, disfrutar, callar y poder gozar al 100% de esta música que tanto amamos y disfrutamos en directo. Pero no. Nuestro deber, nuestra conciencia, choca con este sentimiento de evasión. Al final el instinto del informador se impone y la necesidad de contar la experiencia y transmitir la actuación de estos grupos está por encima de todo. Es una pasión, tan tremenda como la de asistir al concierto sin más ánimo que escuchar la música sin más obligaciones. Cada uno tenemos nuestro papel y yo, al menos, me siento afortunado de poder contar todos estos conciertos a nuestros lectores. La envidia sana está ahí, y es señal de que precisamente esta música merece tanto la pena que sería genial poder aplaudir como uno más, y botar y agitar la cabeza, olvidando las mencionadas libretas y demás herramientas de trabajo…
Y para no salirnos del tema, que al final me emociono, confirmar que el cierre de la noche estuvo a una altura inigualable. ‘Easy Livin’ ‘ antes del parón del bonus, movida y alegre, dando la otra cara de la música variada que puede llegar a ofrecer Uriah Heep. Luego, como encore, dos regalos más: ‘Sunrise‘ y la inenarrable ‘Lady In Black‘. La versión de esta última, como cola final, fue con un tonillo funky muy original y, en todo caso, emocionante para todo el público. Yo recordé la sensación que me supuso escucharla por primera vez.
Gracias a todos por compartir esta noche tan mágica y gracias a todos los que saludaron durante el concierto. A todos vosotros va dedicada esta crónica tan sentida. Viva Uriah Heep. Viva el rock progresivo que nunca muere…
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– Ficha técnica del concierto:
Madrid, 29 de octubre 2010, Sala Heineken de Madrid.
Hora de comienzo: 21:05. | Hora de final: 22:40.
Espectadores: 900 aprox.
Teloneros: –
– Músicos:
– Bernie Shaw: Voz
– Mick Box: Guitarras
– Phil Lanzon: Teclados
– Trevor Bolder: Bajo
– Russell Gilbrook: Batería
– Setlist:
1. Wake The Sleeper
2. Overload
3. Return to Fantasy
4. Only Human
5. Book of Lies
6. Bird Of Prey
7. Corridors Of Madness
8. The Wizard
9. Free an’ Easy
10. Gypsy
11. Look At Your Self
12. Shadow
13. Angels Walk With You
14. July Morning
15. Easy Livin’
– Encore:
16. Sunrise
17. Lady In Black
Texto: Pablo M. Beleña; Fotos: Kike Rincón; Más info en: www.portalesquizofrenia.com