Su directo refuerza hasta al fondo sus argumentos expuestos en sus dos discos. Y en Madrid su concierto fue pura fiesta dominical, con la audiencia entregada desde el primer momento. Con la única escenografía que un enorme cartel con la portada de ‘Contra’ en el fondo del escenario y con algunas lámparas del estilo a las que aparecen en la portada del primer disco que se iluminaban en algunas canciones. Vampire Weekend demostraron una franqueza notable en el planteamiento: sobrio pero enérgico y sin medias tintas, todo ello aderezado con una cercanía apabullante. Y todo eso a pesar de que parte del público chirriaba con ese concepto, un público pretencioso a más no poder, que tenía que estar ahí para estar en la onda de la modernidad, si uno no está en determinados saraos está fuera de lo más guay. Una selección acertada en la que no dejaron sus canciones más conocidas para el final, sino que las incluían en el repertorio como parte integrante, y eso sin dejar coja esa recta final. Esas decisiones de no dejar el plato fuerte para el postre, ni para el arranque inicial confirma que la banda liderada por Ezra Koenig tiene cuerda y tablas y canciones que se sostienen de arriba abajo. Un inicio con dos canciones de ‘Contra’, “White sky” y “Holiday”, para arremeter en la tercera canción con un clásico como “Cape Cod Kwassa Kwassa” (por cierto excelente la versión de Inhabitants con la voz de Adrián López de CatPeople vibrante para el Día de la Música de 2009). “A Punk” su ‘jitazo’ del primer disco sonó radiante, con la fuerza y la inmediatez que tiene. “Cousins”, otro cartucho efectivo y arrebatador fue pura dinamita. O esas piezas más relajadas como “Taxi cab”, o “Diplomat’s son” con un sampler de M.I.A. “Run” con un ritmo a medio tiempo, unos teclados ensoñadores y con un deje dub adictivo, como también lo es “Giving up the gun”. Tampoco faltaron temas del primer disco brillantes como “Oxford coma”, “Campus”. Y la “Horchata” vino en los bises, como también ‘Mansard roof” con esos guitarras que arremolinan y esos teclados celestiales, y “Walcott” lleno de brisa y de energía radiante, canción hermanada con el brillo pop de The Pains of Being Pure at Heart en su álbum de debut de 2009, una canción excelente para cerrar un concierto redondo. En definitiva que el público no cesó de bailar, de corear estribillos y seguir las órdenes corales de Ezra Koenig. La sensación de Vampire Weekend no se quedó en puro artificio. Su primer concierto en Madrid fue pura revolución (pija), puro disfrute. Un concierto memorable.
Texto: Andrés Castaño