La noche del 23 de mayo de 2015 no se olvidará en muchos años. Vetusta Morla, los “indies esos” que todo el mundo conoce ya, colgaban el cartel de sold out en el templo más representativo del éxito que puede llegar a recolectar una banda. Conquistaban el territorio con 15.150 espectadores coreando sus canciones con un aura especial, con la inquietud colectiva de unas elecciones inmediatas y con la certeza de que la cita marcaría un antes y un después en su trayectoria (y en Madrid). Una jornada de reflexión marcada por los incendios de seis madrileños que nunca se conformaron, y esas reivindicaciones sonaban ayer más alto que nunca. Han abarrotado La Riviera cinco veces y podrían haber llenado antes el Barclaycard Center, pero como su tortuga de La historia interminable, han ido dando pequeños pasos por tierra firme; llegaban al corazón de la capital justo en el momento en el que se han sentido preparados. En el día D, la noche previa a unas elecciones muy relevantes, y en la hora H, haciéndole la competencia al festival de Eurovisión.
El asalto al palacio comenzaba puntual, sin teloneros y con los primeros acordes de “La deriva”. Sin más armas que sus voces e instrumentos y con toda la energía que cabía en ese escenario, lanzaban “Golpe maestro” frente a un público desgañitado: “Cambiaron paz por deudas, ataron nudos, cuerdas y la patrulla nos detuvo por mirar; fue un atraco perfecto, fue un golpe maestro dejarnos sin ganas de vencer.” A unas horas de la apertura de los colegios electorales, la ciudad se dejaba la garganta cantando contra la mafia junto a los mejores juglares. Varios señores trajeados se veían en pantalla a lo largo de la velada, y los visuales echaban más leña al fuego. “No nos merecemos un presidente que hable por los televisores”, decía Pucho. “Menos humos y más fuego”, cantaba más tarde.
Seguían “Pirómanos”, “Boca en la tierra” o “Rey Sol”, con potencia hasta la primera balada de la noche, una “Al respirar” desgarradora, a viva voz y sin el último tercio eléctrico de la versión de estudio; en familia. Una “Copenhague” dedicada a los expatriados daba paso a más alaridos y la grada en pie echando abajo Madrid con un himno: “Hay tanto idiota ahí fuera, sálvese quien pueda.” A lo mejor se oyó en Génova. En esa noche mágica, Pucho no paraba de volar con sus brazos, liberándose y contagiando a la pista, que se miraba, se abrazaba y sonreía como si fuera un último día de dictadura. “Saharabbey Road” y “La cuadratura del círculo” ponían los “lolololo” castizos de rigor ante la sonrisa del sexteto, que jamás se había imaginado un Palacio de Deportes coreando un “lolololo” con sus propias líneas.
En los bises brillaban “Año nuevo”, “Valiente” y “El hombre del saco”, colmadas de mensajes que los soldados allí presentes recibimos como bocanadas de oxígeno, bailando hasta el apagón. Flaco favor les hizo el sonido, un verdadero desastre de paisaje sonoro enmarañado y poco cuidado que traía a algunos locos dando vueltas por la pista para encontrar el mejor ángulo. Si algo salvaba anoche el poco respeto por la oreja del oyente eran los relojes suizos de Vetusta Morla y la teatralidad de Pucho, que con algo más de dos horas marcando el cronómetro se redimían con “Los días raros”. Volverán al recinto en noviembre para cerrar su gira por todo lo alto, pero la primera fecha que vivimos ayer es un retrato de lo que son a día de hoy Vetusta Morla: un referente independiente, músicos humanos, currantes con talento, una razón para seguir dando guerra. ¿Quién quiere alarmas si aún seguimos vivos?
Vetusta Morla – Barclaycard Center, Madrid – 23/05/20151 thought on “”
Muy grande el show de Vetusta, mejoran cada día que pasa. Si queréis ver como sonó pasaros por mi blog (https://goo.gl​/JpmNji).