La música de videojuegos es la más vapuleada dentro del sector cultural. Fuera de los engranajes de la industria se habla de ella como un cóctel de pitidos y melodías aleatorias que nunca llegaron más allá del tema principal de Mario Bros. que, eso sí, todo el mundo sabe tararear. Si algo tiene de bueno la iniciativa Video Games Live es la posibilidad de elevar y ratificar, durante un par de horas y en muchos países del mundo, las virtudes del sonido de videojuegos, en este caso sobre un escenario de lujo: la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid. La nostalgia y la devoción del público por los títulos que sonaron le hicieron un favor a un espectáculo mejorable.
El “Pre-Show” comenzaba a las 10 de la mañana con un par de recreativas, unas PS4 que solo cubrían las necesidades de los deportistas, un par de PS Vita semi-abandonadas y varios cosplayers que se paseaban por el recinto vestidos de Sephiroth despeinado, Link o Chun-Li. Toda esta oferta sirvió para que la mayoría de los asistentes deseáramos haber llegado a las 12, aunque nos inyectó más ganas de ver el concierto, que prometía ser apoteósico. Ya en nuestras butacas, Castlevania se alzaba sobre el teatro, seguido de una brillante ejecución de Metal Gear Solid o la espectacularidad de Uncharted 2. Durante el primer acto, la retroadmiración se dejaba ver con Sonic, Monkey Island (incluida especialmente para el setlist español, según comentaba el maestro de ceremonias), Mega Man y uno de los themes más reconocibles y adorados de todos los tiempos, el de The Legend of Zelda.
Koji Kondo o Nobuo Uematsu, dos de los exponentes de la composición en este terreno, presentaban algunos de los temas en pequeños vídeos que inundaban la Sala Sinfónica. Los visuales, siempre arropando a la Orquesta y Coro Nacionales de España con imágenes de cada saga o título, sacaban completamente del espectáculo cuando incluían fan arts y cosplays, pero abrazaban bien el material sinfónico cuando el montaje aprovechaba los puntos rítmicos. Tommy Tallarico, co-creador de Video Games Live y showman excesivamente motivado del espectáculo, alababa a la orquesta nacional, defendía la calidad y variedad de las bandas sonoras de videojuego y se emocionaba presentando la clausura del primer acto: el prominente “Liberi Fatale” de Final Fantasy 8, con mini cámaras situadas estratégicamente en algunos de los instrumentos para que vislumbráramos el gran trabajo de empaste de Nobuo Uematsu. Chapeau.
El segundo acto quedó marcado, sin duda, por un gran homenaje a Kingdom Hearts, una partitura compuesta especialmente para orquesta que brillaba por encima de otras piezas y sacaba las lagrimillas de los asistentes. La cuestionable definición de “épico” se adueñó de la segunda parte con un repaso musical de World of Warcraft, un espectacular coro para Skyrim, lo nebuloso de Jack Wall con Mass Effect y la trilogía de Halo. El “Theme of Laura” deslució en intensidad a las composiciones de Akira Yamaoka para los Silent Hill, pero el previsible cierre con “One Winged Angel”, los temas de Chronos Trigger y Chronos Cross y ese “Still Alive” de Portal dejaban un estratégico buen sabor de boca.
Hubo grandes momentos, a algunos nos faltaron temas, otros se quedaron cortos y otros tiraban de backing tracks: algunos segmentos de las partituras parecían pregrabados, al igual que algunas secciones de guitarra del propio Tallarico, que también le puso el karaoke a Riva Taylor para que cantara por encima su tema para Assassins Creed: Unity, teniendo a treinta centímetros una sinfónica. La labor de la Orquesta y Coro Nacionales en la cita de Madrid fue impecable, pero la organización chapucera (y la moral) de Video Games Live ensució moderadamente una cita que debería haber marcado un antes y un después en la música de videojuegos en España. ¿Otra vez será?
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