Su anterior trabajo, Infini, cerró una puerta. Con aquel disco quedaba atrás una etapa con Jason Newsted marcada sobre todo por el trabajo primero y la ausencia después de uno de sus miembros fundadores: el guitarrista Dennis D’Amour (Piggy). Cómo iba a afectar la falta de una pieza tan importante en el personal sonido de la banda era una incógnita, a pesar de las buenas impresiones que dejó su sustituto, Dan Mongrain, durante la gira anterior.
Ese bajo distorsionado de Jean-Yves Theriault (Blacky) al comienzo del tema que da título y abre el álbum ya nos pone sobre la pista de lo que va a ser un gran trabajo. El trabajo que hicieron Eric Forrest y Jason Newsted al bajo en los últimos años no era ni mucho menos malo, pero desde luego Blacky ha traído con su regreso una parte muy importante del sonido que caracterizó a la banda durante mucho tiempo. Kluskap O’com, después de una extraña introducción, despliega todos los clichés que les caracterizaron a finales de los ochenta. A partir de aquí nos damos cuenta de que tenemos delante a un Dennis Belanger (Snake) más contenido en los tonos altos, a un Michael Langevin (Away) absolutamente inspirado y a un Mongrain que ha captado perfectamente la esencia de la banda y lo demuestra en temas como Mechanical Mind o Kaleidos. A destacar como curiosidad el magnífico inicio de Empathy For The Enemy, que cuenta con la participación del guitarrista griego Periklis Tsoukalas, que bien podría indicar un magnífico camino que seguir en el futuro.
Target Earth suena absolutamente fresco y la formación parece haber superado el fallecimiento de Piggy, al menos en lo musical claro está. Sobre la portada del álbum lo cierto es que se podría hablar largo y tendido y seguro que encontraríamos argumentos en uno y otro sentido, pero con un disco como éste esto sólo nos desviaría del objeto principal. Y ese es que Target Earth es una gran trabajo, probablemente el mejor que han grabado desde The Outer Limits o al menos uno de los mejores desde entonces.
Repasando la discografía de… Voivod
Texto: Juan Manuel Vilches
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