Si un festival como el Primavera Sound decidió colocar una pantalla para que los asistentes no se perdieran la final de la Champions de 2011 entre el Barcelona y el Manchester, no hay mucho más que añadir. Contra el fútbol, poco se puede hacer en este nuestro país. Y más cuando un grupo con buena trayectoria pero no demasiada resonancia por estas tierras viene a tocar a la capital el mismo día en que el Real Madrid empezaba a jugarse su continuidad en Europa. Con todo y con ello, a We Are Scientists no les pudo importar menos.
Los de Brooklyn pasaron recientemente por la sala Independance de Madrid para presentar su último disco, TV en Français, aunque fueron PAWS los primeros en aparecer sobre el escenario. Los escoceses dejaron huella gracias a su Indie rock ruidoso con momentos muy punk y a un batería que era pura energía. Su repertorio fue generoso, repasando su debut Cokefloat! (2012) y entregando algún adelanto del segundo, Youth Culture Forever (previsto para junio), así como su acelerada versión de “Needle in the hay” de Elliott Smith. Y todo bajo la atenta mirada de la voz de la banda protagonista de la noche, quien no paró de vitorearles.
Y es que a pesar del comienzo aparentemente tranquilo con la recién llegada “Return the favor“, que acaba en una explosión de guitarras, era evidente que Keith Murray (voz y guitarra) y Chris Cain (bajo) venían animados. La botella de vino que acompañó al bajista durante todo el concierto podía dar una idea de por dónde iban los tiros, pero ese tinto no lo era todo, claro. En pocos minutos tiraron de dos de sus riffs más reconocibles, los que lideran “After hours” y uno de sus títulos imprescindibles, “Nobody move, nobody get hurt“, con el cual se revolucionó la pista (gracias en parte al buen y frenético hacer del batería que les acompaña en esta gira) y acabaron de meterse en el bolsillo al público, al que Keith dejó cantar durante unos segundos.
We Are Scientists saben que cuentan con una buena colección de melodías pegadizas que obligan a bailar y estribillos que hay que tararear, y por ello tiraron bastante del material de la década pasada. Además, saben cómo explotarlo, creando tensión mientras armaban poco a poco otra pieza clave como es “This scene is dead“. Sin embargo demostraron que las nuevas incorporaciones “Dumb luck”, que hizo imposible seguir el movimiento de dedos de Keith a las cuerdas, o la bonita “Make it easy” también conectan con el personal y son dignas de esa colección. Sin embargo, en la fórmula que se estaba manejando esa noche, había dos componentes igual de determinantes: un público no muy numeroso pero sí muy entusiasta y un alto porcentaje de interacción con el grupo.
Por un lado estaba Keith — y su flequillazo -, el saltimbanqui oficial que no pudo remediar bajarse a la pista para interpretar “Textbook“, rodeado de móviles fotografiándole, aunque la palma se la llevó Chris. En un español que ya quisieran muchos, el bajista soltó grandes perlas entre tragos de su inseparable tinto, y acabó por los suelos y protagonizando el momento más surrealista y descacharrante al improvisar un spoken word sobre poligoneras y chonis, tocando la guitarra de su compañero con una baqueta. Antes de retirarse con “It’s a hit“, obsequió a los presentes con una impagable despedida solemne, bien cargada de reverberación: “Gran gracias al pueblo de España”.
Para los bises se reservaron otro de sus ases, poniendo fin a un breve pero intenso y, ante todo, muy divertido directo con “The great escape“, una gran combinación de los tres instrumentos que ocupaban el escenario y una buena descarga final para estos experimentos que están llevando a cabo en su actual gira. Y partiendo del resultado obtenido en Independance, se podría concluir que, de haberla, Keith y Chris son científicos especializados en el campo de la diversión. La suya y la del resto.
Texto: Beatriz H. Viloria Fotos: Alfredo Rodríguez