Yani Como tienen nuevas fechas

YANI COMO tienen nuevas fechas de presentación de su disco “13 formas de reparar un corazón”

7 diciembre SANTANDER CuVa festival.
5 enero LOGROÑO Festival Actual
18 marzo ALICANTE Sala Esteréo
19 marzo MURCIA Festival Micromusicas

www.myspace.com/yanicomoband
www.yanicomo.com

“En música, como en todo, ser amable no es pecado. Mas bien un don casi cool en estos tiempos crispados. Las grandes canciones siempre han tenido su punto de paliativo universal contra el pesar o el cabreo. Pues bien, de eso va, en parte, Yani Como… Terapia de choque en guante de terciopelo. Música que bajo su rasgo amable oculta cicatrices transferibles y alma taciturna en formato de pop clásico de diseño inteligente.

Descubrí a Yani Como por azar. Yo también puse esa cara de: ¿Yani qué? -cuando Isma, su bajista, me pasó la copia promo-, bajo la errónea impresión de que el humor benevolente de su nombre tendría mas que ver con el punki-pop travieso y positivo de Jesús Ordovás o el kiosco indie de chucherías multicolor de Julio Ruiz que conmigo.

Pues no. No del todo. Los dos cortes iniciales de su primer EP (“Palabras Enredadas”, 05) eran pura psicodelia rasposa enmarañada en el big bang que movía los hilos de Spiritualized o Los Planetas mas cósmicos. De hecho, el disco lo produjo Carlos Hernández en el Refugio Antiaéreo de los granadinos.

Su primer largo (“El Más Grande Era Gigante”, 06) llegaba con igual sigilo. De puntillas. Autoeditado. Dirigido por Ricky Falkner de Standstill, establecía al grupo tras la pista del mejor indie nacional: Planetas, La Habitación Roja, La Buena Vida, tanto en ideario emocional como sonoro. Reflexiones agrias sobre momentos perdidos y venganzas pírricas. Pop directo, de la urgencia a la mesa camilla y arrebatos entusiastas -theremin incluido- dedicados a Arcade Fire y otras referencias asumidas.

“13 Formas De Reparar Un Corazón” es, ahora, su segundo trabajo. Un título más que elocuente de su función terapeutica. Hacia dentro y hacia fuera. En él vuelven a ser cinco, tras perder de camino al primer álbum a dos de sus compinches originales.

Llegados a este punto, aclaremos: Yani Como no es un grupo al uso. Me explico. Por un lado, es una banda intergeneracional. Su batería es Tegui, de los míticos protopunks Porkis. Al otro extremo, Quero, con 21 añitos, y la violinista Alma. De otro, además de sus múltiples ocupaciones, todos sus miembros andan fuertemente implicados en la asociación Art De Troya, entramado cultural que anima el ocio cotidiano de Aranda de Duero, lo que les impide una dedicación más profesional y mantiene al grupo a salvo, en su burbuja amateur. Con escapadas a Chile y Argentina o la reciente muestra, Wine & Music Experience con sus amigos Lori Meyers.

Por eso, “13 Formas De Reparar Un Corazón”, es, por fin, su disco. Donde las injerencias externas cristalizan en un universo propio. Entrañable y melancólico pero avivado por corriente positiva. Salpicado de lugares comunes, familiares. Con escenarios contiguos que permiten seguir huellas dispares. De los 80 americanos -REM, en especial (“Plutón”)- y españoles, a la penúltima oleada indie. Donde el trazo frío, sombrío, de Interpol se tersa con los acordes doo wop que cierran el inaugural “Tal vez no sea yo”, mientras los racimos de piano de ¿Arcade Fire? asaltan la épica domestica de LHR concluyendo en un perfecto manual de concisión personal (“Gravedad”).

“13 Formas de Reparar Un Corazón” es un disco bífido. Con dos caras superpuestas. La del pop más espontáneo, físico. Y las canciones crecientes, donde el grupo intuye su grandeza. Espirales ascendentes espoleadas por una preciosa catarata de arreglos, cortinas y crescendos teclísticos con la ayuda y producción de Raúl de Lara, que trascienden a la mejor arquitectura pop. Y temas que trasmigran ambos mundos. Como el espectacular cruce de Planetas y “El jardín botánico” (Radio Futura) que es “Furia desatada”, con ese final glorioso de papapara y su final de himno a lo “Requiem” (Deluxe).

Hay enjambres de pop psicodélico (“Algo normal”), stacattos de violín (“Frío polar”) y saxos soprano (“Nada importa”). Voces femeninas, paparapás luminosos y rugidos de pop civilizado por los que una voz cálida, próxima, exprime existencialismo emocional sobre el veneno eterno de las relaciones. Pero, sobre todo, en su parte central, el disco alberga fantásticos paraísos frondosos como “Frio polar”, “Plutón” o “Sugus de limón”. A la altura, simplemente, de los más grandes.

musicopolis

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