Cuando un promotor ve que uno de sus conciertos coincide con un partido de fútbol de relevancia debe cruzar los dedos. Uno no sabe cómo va a reaccionar el público. La primera sensación que tuve cuando entré en una desangelada Sala Heineken de Madrid fue que el fútbol le había ganado la partida al rock. En el escenario ya estaban los británicos Young Guns y pocos eran los que estaban presenciando su actuación.
El quinteto inglés llegaba a Madrid para presentar su primer larga duración: Our Kings Are Dead [Life Forever, 2010], que alcanzó el puesto 43 en la lista general de álbumes del Reino Unido y el tercero en la de rock e indie.
A pesar de la escasa atención que les rindió el público, más allá de cuatro o cinco jóvenes en primera fila, el resto de la sala se cuestionaba lo que Young Guns hacían abriendo para Danko Jones ya que su estilo no encajaba. Un sonido cercano a las tendencias de principios y mediados de este siglo XXI, respaldado estéticamente con camisetas de Madball y flequillos. Lo intentaron, pero no era su público.
La audiencia fue llegando al recinto, que terminó presentando una buena entrada, una vez había concluido la actuación de Young Guns. Con la puntualidad acostumbrada en la Sala Heineken ya que, como bien recordó Danko Jones, a la conclusión se desarrollaría una sesión de “música dance”, a las 21.30 horas, el trío canadiense ya se encontraba sobre el escenario atacando con dos temas de Below the Belt: “I Think Bad Thoughts” y “Active Volcanoes“.
El inicio de concierto fue fugaz, vertiginoso, directo. Sin concesiones ni tiempo para sacar a relucir su faceta de ‘predicador’ del rock and roll. En un cuarto de hora, habían tocado seis temas, incluyendo “Play the Blues“, “Sticky Situation” y “Code of the Road“.
Tras aumentar la temperatura ambiental, apareció el Danko Jones que nos tiene acostumbrado. La lengua más larga y vivaz del rock and roll tiene recursos de sobra y sabe improvisar según el momento, ya sea para ridiculizar a un espectador que no paraba de dar gritos mientras habla o para coger una botella de horchata que le ofrece el público y terminar bebiéndose con ansia desmedida un cubilete de este líquido contenido que sacó del camerino.
Otros recursos pasan por los habituales clichés del rock. Cargamos contra la música dance mientras hacemos un ridículo bailecito, nos metemos con Lady Gaga o Black Eyed Peas, dejamos caer unas cuantas referencias sexuales o bien, sacamos a relucir una extensa lista de mártires del rock para que la masa enfervorecida jalee sus nombres, alcanzando el clímax con el de Ronnie James Dio. Y, por supuesto, no faltó su versión personal sobre el popular chiste de los ‘hermanos Jones’ mientras se llevaba la mano a sus testículos.
Entre gracia y gracia, entre discurso y discurso, el concierto fue perdiendo intensidad y estaba languideciendo cuando -acertadamente- llegó el momento de reponer fuerzas en el camerino antes de encarar un bis que fue arrollador. “Dance“, “Tonight Is Fine“, “Bounce” y “Samuel Sin“, despertaron al público de su letargo e incluso, las primeras filas llegaron a desmelenarse.
Tras hora y veinte minutos del habitual espectáculo de Danko Jones, donde la música, la intensidad escénica, el buen humor y la palabra del rock and roll se funden en una liturgia que no por muchas veces presenciada deja de perder interés y siempre satisface.
Fotografías: Javi JB
Texto: Carlos A.S.
Setlist:
I Think Bad Thoughts
Active Volcanoes
Play the Blues
Forget My Name
Sticky Situation
Code of the Road
First Date
Have Enough
Baby Hates Me
Full of Regret
Sugar Chocolate
Sugar High
Invisible
Lovercall
Bis:
Dance
Tonight Is Fine
Bounce
Samuel Sin
Crónica Danko Jones. Sala Heineken. Madrid. 03/11/20102 thoughts on “”