Comenzaba la temporada post-estival en el madrileño Low y con ella un cartel salpicado de algunos nombres interesantes dentro del cual el que más brillaba era sin lugar a dudas el technófilo Carl Craig. Cita ineludible por parte de todomúsicaelectrónica, de modo que allí estuvimos.
El sr. Craig, como casi todos los maestros del techno mundiales procede de esa meca electrónica llamada Detroit. Por dar alguna pincelada introductoria acerca de quién es este hombre, decir que es un aventajado discípulo de la trinidad Atkins, Saunderson y May hasta el punto de haber adquirido incluso más prestigio en algunos círculos que todos ellos en la actualidad. Carl Craig destaca enormemente por su destreza a la hora de producir y es que proyectos como 69 o Paperclip People son de sobras conocidos en el gremio. Además, su versatilidad es tal que además de la matriz techno tiende a desgranar su talento en campos como los del free jazz, el drum ‘n’ bass, el house e incluso el minimal. Y por si todo esto no fuera suficiente, se encuentra a los mandos del prestigioso sello discográfico Planet E Communications.
Abrió la velada Díscolo, actualmente residente en Madrid y perteneciente a la cartera de dj’s de Subterfuge. Tuvo la suerte de que en el momento álgido de su sesión la sala ya estuviera prácticamente llena y por ello se mostró pletórico y desplegó su mejor set, compuesto por un techno bastante oscuro aderezado con algo de house que se hizo bastante repetitivo, todo hay que decirlo. Sin pena ni gloria acabó su repertorio y dio paso a un Carl Craig sudoroso a causa del calor insoportable que hacía ya a esas alturas de la noche. La sala prácticamente a rebosar en el centro de la misma y debido a la estructura de Pirandello y que siempre te hace echar de menos la clausurada, electrónicamente hablando, sala Público.
El yanki nos dio lo que nos esperábamos, ni más ni menos. Una buena sesión sin sorpresas y similar a las que ya hemos visto antes de la mano de Craig. Es inevitable sentir la sensación al verle pinchando que su intención siempre es la de cumplir y largarse de allí con su fajo guardado en el maletín. Pero bueno, mientras nos lo siga haciendo pasar bien, a nosotros que más nos da. Aunque sí es cierto que siempre se agradece un poco vitalidad por parte de los disc-jockeys. En cualquier caso, el cuarentón siguió a lo largo de toda la velada una línea irregular pero eficaz que incluyó tanto clásicos como temas de la nueva hornada techno estadounidense. Desplegó clásicos innegables tales como “The bell” de Jeff Mills o “Rhythim Is Rhithim” del Strings of Live del sr. Derrick May. Tienen más años que el Cascorro y estamos hasta el gorro de oírlos pero tampoco podemos evitar saltar como posesos cada vez que algún dj los casca. Hay que reconocer que son temas que pueden salvar una sesión, por muy obvios que resulten. Asimismo, pinchó por ejemplo “Blackwater” de Octave One o un remix de Glimpse.
Recapitulando, la sesión no estuvo mal. Estuvo bien, incluso. Pero al salir de la sala siempre te quedas con ese regusto en la boca, dejando al margen el garrafón que te hayan podido dar, de que Carl Craig es demasiado bueno produciendo como para que luego sus sets sean tan mediocres. Es capaz de hacer cosas increíbles, como los lives en los que fusiona lo más puro de la música clásica con lo más futurista de la electrónica, pero por alguna razón nunca da todo lo que podría dar. Eso sí, la sesión en cuestión hubiera ganado si no hubiera tenido lugar en el Low y sí en una sala con más potencial, como Macumba, el difunto Divino o la sala Público, el antiguo emplazamiento del Low, sin ir más lejos. El sonido se parece más al de un pub que al de una discoteca y eso siempre impide que puedas disfrutar plenamente una sesión. Lo que sí es cierto es que la próxima vez que venga Carl Craig, aunque sea a esta misma sala, volveremos a asistir, y eso creo que dice mucho en su favor.
Javi JB