En pleno auge del fenómeno vampírico no está mal recordar que se trata de un advenimiento cíclico, que resucita, nunca mejor dicho, al genial personaje de Bram Stoker o a cualquiera de su séquito cada ciertos años. A principios de los noventa, Gary Oldman era Drácula, y esta perfecta canción de amor, con su ritmo lento, oscuro y arrastrado, en la magnífica voz de Annie Lennox, su brillante acompañamiento. Cuando la velada se empiece a caldear, apaga las lámparas, deja que las velas sean la única fuente de luz visible, pon esta canción y susurra su nombre muy cerca de la yugular de tu víctima. El embrujo será perfecto. Felices sueños.
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