A estas alturas de la película de la vida artística de Ariel Rot , el porteño salta al vacío sin red porque sabe que siempre va a caer de pie. Sus buenas canciones, su experiencia, su calidad y su mejor hacer en el escenario hablan de él y por él.
El concierto en la madrileña sala Joy Eslava vino a corroborar, como viene demostrando desde que se embarcara de grumete en la nave de Tequila y se hiciera capitán con Los Rodríguez, junto al también argentino Andrés Calamaro, que es un muy buen guitarrista y un mejor compositor y letrista. Ante una sala que registró una buena entrada para ser jueves, – había gente viendo el concierto desde el segundo anfiteatro -, salieron Ariel y su banda pasados quince minutos de las nueve de la noche, hora prevista para el comienzo del concierto. No importó que nos hiciera esperar. Cuando sonaron los primeros acordes del tema “Vals De Los Recuerdos” los presentes ya sabíamos que aquel iba a ser un concierto memorable. Y es que Ariel no olvida que Madrid le acogió en su seno hace años, cuando llegó huyendo de la dictadura militar argentina. A ella le dedicó la preciosidad titulada “Bruma En La Castellana“. También tocó “Colgado De La Luna“, un tema de Sergio Makaroff, compositor de muchas de las canciones de sus discos con Tequila, amén de su etapa en solitario. Muy bien arropado por Toni Jurado a la batería, Osvi Greco a la guitarra rítmica (se atrevió con algún solo), Mac Hernández al bajo y Luca Frascca a los teclados, Ariel contó con la presencia de tres invitados de excepción: Andy Chango, con el que interpretó “Madrid“, otra emotiva canción dedicada al “foro”, Jaime Urrutia, de riguroso negro y con quien compartiría el honor de cantar “Cuatro Rosas“, el éxito de Gabinete Caligari, junto al tercer invitado, Rubén Pozo , la mitad de Pereza, con quién también interpretaría el tema “Baile De Ilusiones“, dando así por finalizada la primera parte del concierto.
No faltaron temas como “Hasta Perder La Cuenta“, “Dos De Corazones“, presentada con una intro de guitarra rebosante de maestría y sensibilidad, “El Mundo De Ayer“, en formato acústico, “Hoja De Ruta“, coreada a rabiar por un publico entusiasta, “Adiós Carnaval“, “Geishas En Madrid“, o la instrumental escorada hacia el swing “Confesiones De Un Comedor De Pizza“. Inicia una parte más intimista con “Mucho Mejor“, preciosa canción interpretada a ritmo de tango, “Vicios Caros“, una balada con dejes de reagee o “Eche 20 Centavos En La Ranura“, una bellísima rumba con una letra muy lunfarda y tanguera. Vuelve a cambiar de tercio con la adaptación al blues, al más puro estilo de Pappo, de “Rock n Roll En La Plaza Del Pueblo“, para volver a girar, esta vez hacia el rock directo y desbordado, con un meedley de canciones de su periplo con Tequila: “Necesito Un Trago“, “El Ahorcado” y “Mr. Jones“. Pero ocurre que con tantas idas y venidas, con tantos cambios y giros musicales, los músicos se pierden y se equivocan. Es lo que le pasó a Mac Hernández, más predispuesto a tocar como Tequila que con Ariel Rot. De cualquier forma aquellla era la mejor ocasión para dar rienda suelta a las poses “stonianas” a lo Keith Richards y de hacer que la gente liberara su adrenalina bailando y botando sin parar. “Lo Siento, Frank” y “Dulce Condena“, esta última de su etapa con Los Rodríguez, completan una primera parte donde Ariel nos deleita con un repertorio exquisito. Para la segunda interpreta “Cenizas En El Aire“, también en acústico, “Milonga Del Marinero Y El Capitán” y “Adiós Mundo Cruel“, una canción con un final apoteósico que juntó en el escenario a músicos e invitados.
Pasaban cinco minutos de las once cuando Ariel se despidió de los asistentes. Dos horas de genialidad, sentimiento y buenas maneras. Dos horas en las que no nos descubrió nada nuevo pero que fueron suficientes para condimentar cada nota, cada acorde, cada letra, cada gesto, con gotitas de convicción, carisma, personalidad y simpatía. ¿Qué más se puede pedir por 3.000 de las antiguas pesetas?