En el negocio de la música, porque la música es más negocio que arte, todo el mundo cobra su pequeño “impuesto revolucionario”. Discográficas, editoriales, promotores, managers, estudios de grabación, sociedades de gestión de derechos… ¡Todos menos el artista! Lamentablemente a este abuso también se han apuntado las salas de conciertos, esas que se cuelgan […]