La carrera del guitarrista Bob Brozman es enormemente atrayente y no sólo por su continuo interés por las tradiciones de diversas regiones del mundo o sus colaboraciones con músicos africanos, japoneses o indios, sino también por su trabajo como etnomusicólogo en el departamento de Estudios de Música Contemporánea de la Universidad de Macquarie de Sidney, en Australia.
La afición de Brozman por los instrumentos antiguos y exóticos queda bien plasmada en el uso que hace en este trabajo de la guitarra hawaiana, el ukelele, un banjo de 1915, un bouzouki griego o la guitarra de 22 cuerdas chaturangui que podemos escuchar en Cannibal Stomp. Presentado como un disco de blues, ya con el comienzo instrumental de los dos primeros temas vemos que Brozman va más allá, incorporando todo de influencias, como la de Django Reindhart, sonidos criollos en cortes como Banm Kalou Banm e incluso algún deje español en Blue Mars Over Sorrento. Es a partir de la tercera pista cuando nos reencontramos de nuevo con su profunda voz y su particular recuperación del blues del Delta, que alcanza uno de sus picos en Lonesome Blues.
La diversidad que encontramos en este trabajo es proporcional al conocimiento de este señor de los géneros y la técnica de su instrumento y aunque no siempre la conjugación de conocimientos y habilidad acaben dando excelentes resultados, con Brozman parece que esa suma siempre culmine en álbumes magníficos. Y Fire In The Mind es probablemente el que nos muestra a este gran músico en uno de sus mejores momentos.
Texto: Juan Manuel Vilches