‘Hey Kid‘, nuevo tema que precisamente abre su Doctor Faith, resulta idóneo para arrancar esta pequeña actuación que, una vez comienza a expandirse por el equipo de sonido de la sala la voz de Cross, promete ser la mar de emotiva. Desde esta primera canción ya se puede subrayar la labor de la genial y delicada Ebsen y del certero Suzuki. ‘Never Be The Same‘ nos retrotrae a su obra de debut, a un final de la década setentas que quedaría como idóneo despegue de Christopher. Él aseguraba en la letra que nunca es lo mismo, y en su caso no es así ya que esa pasión por el pop elegante, aunque algo más acústica, se ha vuelto a sentir en su CD de 2011. Esta tonada siempre me pareció mucho mejor que ‘All Right‘, tema que en su segundo LP imitaría parte de la estructura ya usada para tamaño acierto del 79. ‘November‘ antecederá a la tremenda ‘Arthur’s Theme (Best That You Can Do)‘, en la que como introducción el propio vocal asegura que sólo ha existido un verdadero Arthur y que no fue otro que el ya desaparecido actor Dudley Moore.
‘Open Up My Window‘ nos traslada al Café Carlyle, a un espacio íntimo para románticos empedernidos en el que la dupla de los registros de Cross y Ebsen puede ser una realidad maravillosa. “Dreamers” es uno de los momentos más disfrutados y sobrecogedores de Doctor Faith, mientras que ‘Sailing‘ recuerda las razones de la leyenda creada alrededor de esta figura del soft rock con espíritu pop. ‘When You Come Home‘ y ‘Leave It To Me‘ ponen los platos sobre la mesa para que se pueda servir la definitiva ‘Ride Like A Wind‘, siempre mejor que cualquiera de las revisiones de tanto grupo y grupo que se rindió a su encanto. Andy se encargaría de cerrarla con un irreprochable solo que se llevó los últimos de unos calurosos y eufóricos aplausos que no habían dejado de sonar entre tema y tema durante todo el show, demostrando que Christopher Cross sabe encandilar como antaño.
Texto: Sergio Guillén. Fotos: África Paredes