En medio de una fría noche de enero tuvo lugar uno de los conciertos más cálidos que recuerdo. En Moby Dick un buen grupo de afortunados tuvimos el inmenso placer de embarcarnos en un breve viaje por la América añeja más hermosa y cautivadora. Lo hicimos de la mano de Mat Brooke y los suyos y fue entonces, el pasado jueves 21 de enero, cuando se empezó a confeccionar el top 10 de directos del 2010. Lo tienen muy duro los grupos que rivalicen con Grand Archives a partir de ahora en la lista de las mejores actuaciones del año porque éstos dejaron el listón tremendamente alto. Tan alto como el lugar al que nos trasladaron con su magia y del que ojalá no hubiéramos tenido que bajar.
La encargada de caldear el ambiente fue Jenn Guetto dentro de su proyecto solitario denominado S. Acompañada en el directo por Alice Wilder con su guitarra eléctrica, ofrece un Indie Pop intimista con tintes folkies y en la onda de cantantes como Chan Marshall, Laura Veirs o Keren Ann. La explicación de por qué esta chica, de la que nadie había oído hablar, está girando con Grand Archives, es sencilla: en su día tocó junto a Mat Brooke en un grupo de Seattle llamado Carissa’s Wierd. Grupo en el que también tocó, Ben Bridwell, y que junto a Brooke formó Band Of Horses tras su disolución. He de reconocer que Carissa’s Wierd no me dice, musicalmente hablando, absolutamente nada, pero fue una cuna de talentos, no cabe duda. Y es que dentro de él germinaron formaciones tan tremendamente interesantes como Grand Archives, Band Of Horses, Cahoone en solitario y S. Y ahora ya que nos hemos puesto un poco al día en historia vayamos con la actuación que S dio aquella noche.
La imagen que nos ofreció Jenn y su amiga Alice, es la de dos chicas introvertidas, aunque tatuadas hasta los nudillos, reunidas una tarde en su habitación para cantar sobre desengaños amorosos y traumas post-adolescentes. Su propuesta es, en cierto modo, deliciosa aunque carente del rodaje suficiente para conseguir cierta notoriedad. La voz de Guetto es dulce y con timidez se abre paso entre simples, aunque bellas melodías. Desgraciadamente, tuvo que lidiar con el hecho de que dar un concierto acústico como telonera de un grupo eléctrico y además hacerlo en la hora en la que la gente entra en la sala y pide su primera cerveza, es harto complicado. No obstante y a pesar de la renqueante técnica de su compañera al tocar las cuerdas, se defendió bastante bien y canciones tan bonitas como “Save you” lograron convencernos ampliamente.
Pasemos ya a recordar lo que fue una de las mejores ejecución de Rock vacuno que he visto en años. El silencio que sucedió a los aplausos fue quebrantado por Mat Brooke interpretando la primera canción de su reciente “Keep In mind Frankestein“, “Topsy’s Revenge“. De la mano de su ukelele interpretó en acústico lo que hubiera supuesto un inicio precioso de no ser por el despreocupado camarero que se encargó de poner la percusión gracias a su picahielo y que fue vitoreado irónicamente por el público tras acabar la canción. Al margen de este hecho puntual, la verdad es que el silenció reinó durante prácticamente toda la actuación y el respeto y la cordura se impuso, algo que no suele ocurrir muy a menudo en este tipo de conciertos. La siguió “Miniature Birds“, del disco homónimo, y se encargó de marca el ritmo que siguió el resto del set. Sabiamente, los de Seattle alternaron las canciones del primer y segundo disco, escogiendo lo mejor de ambos y deleitándonos con un preciosismo absoluto.
Hay que reconocer que cuando se está bien en Moby Dick, se está francamente bien. Esta fue una de esas veces y sin duda, fue el enclave perfecto para la deliciosa música de los abanderados de Sub-Pop. Sus voces se fundieron en perfecta armonía como lo hacían Simon y Garfunkel, e impregnaron hasta el último tablón de madera de la pared con sus melodías cristalinas. Y así fueron cayendo joyas de la talla de “Torn Blue Foam Couch“, “Witchy Park/Tomorrow Will (Take Care of Itself)“, “Dig That Crazy Grave” o la increíble “Sleepdriving” que se fueron entremezclando entre sí como si de oro líquido se tratara. Sin embargo, decidieron despedirse prematuramente y con “Willoughby“, canción que cierra su último disco, dieron paso al breve descanso que precedió a un bis que nos supo a demasiado poco. Dos canciones tocadas con más garra que las anteriores y que consistieron en la fantástica “Oslo Novelist” seguida de la canción más festiva que tienen en todo su repertorio, la optimista y maravillosa “The Crime Window“. Está claro que supuso el cierre idóneo de un concierto de poco más de una hora que se nos hizo demasiado corto pero que rozó la perfección. Tocaron todo lo mejor que han escrito, si exceptuamos “Louis Riel“, una de las que se dejaron en el tintero, pero consiguieron pintar en nuestras caras una sonrisa que perdura hasta hoy cuando rememoramos sus canciones o recordamos lo que supuso una de las mejores veladas musicales de los últimos tiempos.
Texto y fotos por Javi JB
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