Festival Vive Latino – Estadio GNP Seguros (CDMX) – 16/3/2025- “25 años de Vive Latino”

25 años de Vive Latino

Este 2025 se celebró la edición número 25 del Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino, nombre oficial del popular Vive Latino, uno de los eventos culturales más importantes de latinoamérica. Con una asistencia de 80.000 personas cada día, el Estadio GNP Seguros -antiguo Foro Sol para nostálgicos- se queda pequeño y sus escenarios están esparcidos a lo largo del autódromo donde se celebra el gran premio de Fórmula 1 de México, además de un estadio deportivo anexo al circuito que acoge el segundo escenario en capacidad.

Dos días, cinco escenarios principales, dos o tres pequeños escenarios más para ofrecer actuaciones sorpresa, otros dos adicionales para la lucha libre y la comedia, y un gran despliegue comercial donde decenas de marcas intentan acercarse al aficionado a la música. Como sabemos todos, en este tipo de macrofestivales parece obligatorio tener una noria, y por supuesto que en el Vive Latino no falta -como dicen en México- una rueda de la fortuna.

Nuestro Vive Latino comenzó el domingo, con La Delio Valdez inaugurando el gigantesco escenario Amazon con su cumbia comprometida y autogestionada ante una audiencia aún escasa. Decimos gigantesco con conocimiento de causa, este lugar -con más de 30 años de historia celebrando conciertos- cuenta con dos gradas permanentes con capacidad para 37.500 personas y una gran explanada para 26.000 más.

Al otro lado del recinto, el tercer escenario -patrocinado por Telcel- recibía a Los Concorde. Los componentes de esta formación mexicana provienen de otras bandas de éxito, por lo que desde el principio se les consideró un “súper grupo”. Tras un par de discos en 2008 y 2011 y una larga pausa ahora vuelven con sus éxitos primerizos como ‘Contigo’ o ‘Love is a Bitch’. Además llevan unos meses editando singles que presentaron por primera vez, algunos tan acertados como ‘Prueba y Error’ con un solo de intenso bending o ‘Envenéname’, de gran riqueza rítmica. También aprovecharon para recordar a su antiguo guitarrista, el fallecido Tavo Limongi, al que dedicaron ‘Hitman’ y su espitoso rock con letras alternadas en inglés y español.

El Cuarteto de Nos

De vuelta al primer escenario El Cuarteto de Nos demostraron que la música no tiene límites. Los uruguayos plantean en sus canciones una genial reinterpretación del rock salpimentada con elementos de muchas otras músicas. Rítmicamente poderosos, sus estribillos son pegadizos y los fraseos hip-hoperos de Roberto Musso son muy poco comunes en su generación, como podemos atestiguar en ‘El hijo de Hernández’. Qué decir de sus letras, Musso es un auténtico hacker del lenguaje y en sus canciones encontramos jocosos juegos de palabras y una sana obsesión por el absurdo. “Sólo el cerdo sabe cuánto vale el jamón”.

Pasan las canciones y el rostro del cantante es cada vez más colorado mientras lucha cara a cara con el indómito sol tenochca. Tuvo que secarse el sudor de los ojos antes de presentar y explicar ‘El perro de Alcibíades’, porque las cortinas de humo para ocultar la corrupción llevan existiendo desde que el mundo es mundo.

En directo calcan el sonido de estudio. Claramente ayuda que en las grabaciones apuestan más por la frescura y la originalidad que por producciones complejas o grandilocuentes. Y es que, aunque lanzaron alguna llamarada, no hacen falta trucos cuando cada tema entusiasma a la platea. “¡A ver si tienes una mala!” le reta un aficionado. Cuando hoy parece que todas las bandas se repiten y que casi todos los esquemas están agotados llegan estos veteranos y consiguen convencer hasta al más escéptico.

Los K’Comxtles

Continuamos recorriendo parte del circuito automovilístico para asistir al debút de Los K’Comxtles. Que no es otra cosa que la unión de varias generaciones de rockeros. El conocido Rubén Albarrán (Café Tacvba), los pioneros Rafa Acosta (Los Locos del Ritmo) y Rafa Miranda (Los Sleepers), y los veteranos Carlos Roldan (Los Gatos Rockabilly) y Choco (La Cizaña). Ante la música que actualmente suena por la radio decidieron rebelarse y armar una banda de rock como las de antaño. Sobre el escenario de la Carpa Intolerante mostraron sobredosis de actitud, versiones incontestables y aprovecharon para presentar en primicia una nueva composición. “¿Con quién se van a meter, con los K’Comxtles?”. Parte del material nuevo que, según anunció Rubén, saldrá para finales de año.

La inquietud artística de Albarrán es tan indomable como su tupé. Disfruta de cada tema, baila y aprovecha para reivindicar al dúo de Rafas y sus bandas primigenias antes de interpretar sus clásicos. Sobre Acosta y ‘Tus Ojos’ comentó “Es considerada la primera canción de rock en español”, mientras que alabó ‘Ojos de Araña’, original de Miranda de 1961. El batería enmascarado y el contrabajista/bajista siguen la tradición rockabilly actuando de pie y sobre su instrumento, respectivamente. Al final el tópico será cierto, el rock and roll no tiene edad.

Vilma Palma e Vampiros soltaron varios de sus hits nada más comenzar. Los rosarinos jugaron sobre seguro con ‘La Pachanga’ o ‘Bye, bye’, reeditando el éxito que siempre han tenido en México.

Aterciopelados

La música nunca para en el Vive. Nos acercamos al estadio Palillo -oficialmente escenario Amazon Music- para recibir a Aterciopelados. Tienen tantos temas que con sólo 40 minutos disponibles decidieron tirar de sus clásicos más imbatibles, como ‘Florecita Rockera’, ‘Bolero Falaz’ o -con su tiempo ya casi finalizado y Echeverri arengando “Apúrenle, nos van a bajar marica”- su versión de ‘He venido a pedirte perdón’ de Juan Gabriel. Con su vestuario y su actitud vital consiguieron aportar colorido y luz a todos los presentes. Son cosita seria.

En la rueda de prensa posterior al concierto Andrea y Héctor comentaron sus primeras incursiones en el festival y los cambios que perciben con el paso del tiempo. Ella celebró el aumento de la presencia de mujeres sobre los escenarios y también de “la energía femenina de los hombres”, a pesar de que “ser mujer en el mundo es difícil, y es más difícil en el show business”. Buitrago, con camiseta de “Obrero del rock”, analizó el presente de Aterciopelados: “Seguimos vibrantes,curiosos y experimentando”.

Casi toda latinoamérica está presente en este festival. Tiempo para la puertorriqueña Kany García, que dedica ‘Mi plan de vida’ “a las que hemos sido malqueridas” y decide bailar cumbia pese a todo. También ofreció ‘Hoy ya me voy’ en una versión sólamente a voz y guitarra acústica. Todo el público la coreaba hasta que se fue la luz del escenario. “¡Una coperacha para volver a conectar!” solicita un fan. Una broma a cuento de que en México están acostumbrados a servicios erráticos por parte de ciertas eléctricas.

Apenas cien metros más al este ya estaban preparados los ritmos de barrio de La Lupita, a los que la carpa Pepsi Black se les quedó muy pequeña. Con una intro recargada y sinfónica, y un volumen atronador ‘El Rey Leonardo’ o ‘¿Qué estás haciendo?’ desataron los bailes más salvaje con sus vientos y sus proclamas a voz en grito.

Mon Laferte

Momento para el plato fuerte del día en el escenario principal con la actuación de Mon Laferte. Su nuevo espectáculo se nutre del glamour de principios del siglo XX, y la diva se presenta con un look años 20, boa de plumas, cejas a lo Edith Piaf, peluca rubia y toda la actitud burlesque. Con posturas y gestos a juego con sus tatuajes de pin-up.

A su alrededor un escenario alicatado de animal print y un cuerpo de baile que va mudando de vestuario maridan a la perfección con una banda magistral que arropa a la ya legendaria voz de la chileno-mexicana. Una voz con la capacidad de desgarrar el corazón del espectador de la última fila con apenas una inflexión, una voz que provoca que miles de personas rompan a llorar con sólo pronunciar una palabra.

Su base es la música tradicional latinoamericana pero artísticamente lleva años marcando tendencias, ya sea introduciendo líneas vocales a lo Björk -inéditas en los éxitos históricos de estos husos horarios- o, últimamente, añadiendo sabores psicodélicos o electrónicos a sus discos sin perder sus superlativas capacidades dramáticas. El directo va pasando por todos estos episodios, viajando al caribe durante ‘El Beso’ con añadidos cubanos de “ay que rico”, la oda al amor tóxico de ‘Si tú me (pinches) quisieras’ o la swingueante ‘No te fumes mi marihuana’ con teclados boogie.

Qué decir de la deliciosamente kawaii ‘Antes de ti’ o de la magia del estreno de ‘Otra noche de llorar’. El que será su próximo single reveló instantáneamente miles de cardiopatías. En el cierre con ‘Tu falta de querer’ la banda se dedica a acompañar al público. Hasta Mon deja de cantar, se quita los in-ears en su enésimo gesto teatral y escucha orgullosa a más de 60.000 personas entonar las palabras que la hicieron inmortal.

Y es que en disco son canciones, pero en directo, cuando Mon canta y su micrófono rojo parece una extensión de su labial, las ondas de sonido refulgen como clásicos inmortales. Es increíble como la cantante más segura que hemos visto sobre un escenario relata en primera persona historias de extrema fragilidad. Una aparente contradicción más en un historial repleto de ellas.

Enigmática y misteriosa, con 41 años su biografía ya tiene hechuras mitológicas. Por si fuera poco, la chilena abraza el surrealismo mágico reescribiendo constantemente su pasado, aportando datos e historias que no tienen nada que envidiar a las de Chavela, José Alfredo o Madonna. Moldeando su biografía como si fuera una canción más.

Después de todo, ella nunca apuntó a ser cantante, apuntó directamente a mito con su aura de malditismo y la tenaz narrativa de superheroína solitaria contra el resto del mundo. Y lo está consiguiendo con actuaciones históricas un día sí y otro también. Como la vivida en este Vive Latino, que la consolida como una de las artistas más importantes del siglo.

Zoé

Uno de los grandes alicientes de este festival era la vuelta de Zoé. Llevaban inactivos un tiempo y, aunque se vende como evento único, este tipo de actuaciones suele ser el preludio de una vuelta con todas las de la ley. Aprovecharon para rescatar temas que llevaban mucho tiempo sin tocar como ‘Memo Rex’ o ‘Vinyl’, pero fue con ‘Vía Láctea’ cuando empezó a arraigar en el público la genuina melancolía de León Larregui.

Si algo caracteriza a estos cuernavaquenses es el colchón electrónico sobre el que gravitan sus mejores temas. ‘Arrullo de Estrellas’ sonó ciertamente astronómica, más aún con el conejo de la luna luciendo sobre el escenario. En ‘Hielo’ quedó demostrado lo importante que es un buen sonido de batería, ‘Azul’ fue recibida con gritos y para ‘Luna’ contaron con la voz de Denise Gutiérrez.

Conocimos a Zoé hace más de 10 años cuando intentaron el salto a España de la mano de unos Vetusta Morla con los que se hermanaron, dejando conciertos memorables y un EP de colaboraciones con grandes momentos. Pese a todo esto, la aventura europea no terminó de cuajar.

Keane

Corremos al estadio aledaño para no perdernos el inicio de Keane. Llegaron a nuestros oídos a rebufo del britpop con un largo ‘Hopes and Fears’, que en dos meses cumplirá 21 años y que incluyó el mega éxito ‘Somewhere Only We Know’. ¿Una banda one hit wonder de manual? consiguieron otros éxitos y han editado cinco LP’s más, pero su pop-rock con piano y sin guitarra siempre se recordará por su canción estrella.

El cantante Tom Chaplin no para de sonreír, viste elegante pero informal y no falla una sola nota. Con sus canas y maneras amables parece un carismático profesor de secundaria que enseña literatura y da buenos consejos. Su porte de crooner romántico y romanticón aún provocan suspiros cuando anima al público a cantar “con más pasión, sacando a vuestro Freddie Mercury interior”. Qué lejos quedan ya sus problemas con las drogas y el alcohol que hizo peligrar la banda.

Aunque, a priori, la variedad estilística no sea su fuerte, durante muchas de sus canciones pudimos revivir una época con estribillos a lo Coldplay como en ‘Everybody’s Changing’, gritos en algún puente que podría firmar Damon Albarn o melodías sostenidas a lo Suede en ‘Sovereign Light Café’. Hasta bailamos durante ‘Crystal Ball’ un ritmo saltarín de los que fueron tan habituales aquellos años.

Es un tópico que las bandas proclamen su amor por el público, pero apostamos a que el cariño que sintieron los británicos por los asistentes fue tan real como las amplias sonrisas con las que saludaron al finalizar.

La tradición festivalera manda que hay que quemar ruedas hasta el final, más aún con el calzado sobre un circuito de velocidad y la energía que da saber que el día siguiente es festivo en México. Rüfüs du Sol y su electrónica comercial amable fueron perfectos para cerrar el escenario principal, maltratamos nuestras cervicales durante algunos clásicos de Sepultura, descubrimos alborozados a La Santísima Voladora, creadores del tropimetal, son divertidos, charlatanes y con ellos encuentras la fiesta y el buen rollo en cada estilo: rock, ska, salsa… grandes motivadores de piernas cansadas estos hidrocálidos.

Ha sido una gran experiencia vivir un festival al otro lado del charco. El recinto resulta cómodo incluso con la gran cantidad de público congregada y las inevitables distancias entre escenarios. Además, ya somos perros viejos en esto del festivaleo, sabemos elegir los conciertos esenciales, nos movemos con presteza cuando nadie lo hace, comemos a deshoras y sobrevivimos a la engentación con la sabiduría de un chilango.

¿Lo mejor de todo? el sonido. Perfecto en todos los escenarios desde el primer segundo de cada actuación. (Única excepción unos Víctimas del Doctor Cerebro con multitud de problemas). Qué diferencia con una industria ibérica en la que se está haciendo habitual ni probar sonido. Brindemos con mezcal por 25 años más.


Texto: Rafael Mozún
Fotos cortesía OCESA: Víctor Fuentes (portada), Lulú Urdapilleta (K’Comxtles, La Santísima Voladora, estadio Zoé), César Vicuña (Keane, Aterciopelados), Santiago Covarrubias (Zoé, Mon Laferte, El Cuarteto de Nos)
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  • Excelente reseña de un festival mítico que resulta toda una experiencia musical y emotiva.

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