I See Hawks In L.A. — New Kind Of Lonely (Blue Rose, 2012)

La escena country norteamericana es extensa, kilométrica, casi me atrevería a decir de ella que resulta inabarcable hasta para los mayores expertos que llevan sesenta o setenta años escuchando exclusivamente vinilos de este género musical. A España nos llega muy poco de todo aquello, pues no somos muchos los que gustamos de paladearlo. Cuando se ha intentado presentar en nuestro país al público del tildado cual mainstream alguna hazaña de los artistas más en el candelero de la hornada, lo máximo que ha dado es para que se vendiesen unas cuantas decenas de pares de botas vaqueras a tachuelas en el H&M o comercios de similar pelaje. Estos artistas se ven relegados en esta Spain is different a salas pequeñas —cuando se atreven a acercarse a la piel de toro, claro, sabedores de antemano que palmarán dinero en tamaña odisea—, aunque su público no por escaso es menos entregado y agradecido para con estas propuestas.

I See Hawks In L.A. —atentos al nombre, que tiene miga… a la altura del de aquellos aorianos Diving For Pearls— llevan desde finales de los años 90 estableciendo un sonido, una forma de actuar a la hora de coger los instrumentos que disco a disco ha hallado su idóneo asiento. Los que se fijen en la referencia fácil, tomando como base el título del quinto corte listado en New Kind Of Lonely, la pieza ‘I Fell In Love With The Grateful Dead‘, dirán de inmediato que las concomitancias son seguras con la agrupación que en 1965 fundasen en Palo Alto (California) los músicos Jerry Garcia, Bob Weir, Ron “Pigpen” McKernan, Phil Lesh y Bill Kreutzmann. Y sí, algo hay de los Grateful Dead, pero únicamente de su etapa country rock, la que se cimentó a partir de 1970 —I See Hawks In L.A. obvian en 2012 la psicodelia extrema y extensa—. Sin embargo, este nuevo CD se entierra por completo en el campo, bajo metros de pajares, gravilla y polvo.

Me sitúo, como decía, ante un disco robusto que ama de igual manera al ya citado country como al folk tradicionalista, todo cargado de letras que tienen tanto de respeto por la naturaleza, por el entorno, como de humor firmado por una panda de yanquis guasones. Las canciones se degustan con esa dulzura de lo hecho con mimo, con el recato de no querer hartar en los tres primeros bocados. Lanzamiento que sinceramente espero pueda abrir una brecha en nuestro país para estos instrumentistas fenomenales, pues grabaciones como New Kind Of Lonely se lo merecen.

sguillen

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