En ocasiones, la nostalgia puede ilusionarnos de forma traicionera y, lo que uno imagina y supone que va a ver en un concierto de rock, como el caso que nos ocupa, puede resultar un duro golpe al toparnos con una realidad demasiado cruda.
Los míticos Iron Butterfly pisaban por vez primera España en sus más de 45 años de historia y, lógicamente, uno no esperaba a unos jovenzuelos precisamente, pero tampoco tener que ver a uno de sus dos componentes originales en un estado físico poco apto para un concierto de rock, como se pudo comprobar con el bajista Lee Dorman que, a sus 69 años, tuvo que ser ayudado para ocupar su lugar en el escenario.
Obviamente, son cosas al margen de su capacidad como músicos pero que no dejan de opacar la “magia” con la que uno confiaba encontrarse en un concierto de estas circunstancias.
Sea como fuere, dejando de lado los “daños colaterales” propios de la edad, Iron Butterfly nos transportaron durante 80 minutos, a los años sesenta, al San Francisco del “flower power” y a la psicodelia mezclada con ácido y blues, interpretando temas como, “In The Time Of Our Lives”, “Stone Believer”, “Flowers And Beads”, “Easy Rider”, “Butterfly Bleu” y, por supuesto, el imprescindible “In A Gadda Da Vida”, amenizados con comentarios por parte de Dorman que, con su bajo en ristre y los dedos índice, corazón y anular de la mano derecha protegidos ya que no tocaban con púa, fue explicando algunas anécdotas de su larga trayectoria, como la de que ellos no tenían necesidad de tomar drogas porque solo respirar el ambiente de los locales donde tocaban era suficiente para “colocarse”.
Procedente de Seattle e incorporado al grupo en 2002, Charlie tampoco es un crío ya que cuenta con 52 años y una resoluta experiencia en los géneros que conciernen a la música de Iron Butterfly. Fue agresivo cuando el tema lo requirió, como en “Easy Rider”, donde la banda al completo impregnó el ambiente de una exuberante energía, y sacó a relucir su virtuosismo en los momentos en que hubo que expresar sentimientos y cambiar de registro continuamente, como sucedió con la bluessy “Butterfly Bleu”.
El teclista germano Martin Gerschuitz, contribuyó de forma eficaz a consolidar las directrices del sonido del legendario grupo, regalando al público con la reconocida “Tocata y Fuga” de Bach como preludio a “In A Gadda Da Vida”, tema que cerró la actuación 10 minutos antes de lo previsto, logrando que el momento más esperado de su presentación exhibiera el carisma que le corresponde como una de las composiciones míticas de la historia del rock.
Quizá, Iron Butterfly haya llegado demasiado tarde a España para exponer todo su potencial, pero no para exhibir unas cualidades que le ha permitido obtener un puesto en la historia del rock. Así que, las alrededor de 200 personas que se citaron en la sala Apolo 2 de Barcelona ya pueden presumir de haber sido de los pocos privilegiados seguidores españoles en haber visto en directo la interpretación de “In A Gadda Da Vida”. No habrá muchas oportunidades más.
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