Estamos ante unos de los lanzamientos del año más potentes en su género. Y no me refiero a la calidad del álbum, sino a la polvareda que han levantado y la cobertura mediática que están recibiendo. Pues bien, la cuestión es que está siendo así, entre otras cuestiones, porque la banda tiene en sus filas a Johanna Sadonis, de The Oath (cuyo único disco tuvo una gran acogida) y al guitarrista Gary Jennings, de los desaparecidos Cathedral y Death Penalty.
A medio camino entre Black Sabbath y el doom más épico de Saint Vitus y Candlemass, Lucifer nos aseguran para empezar un buen surtido de riffs a cargo del señor Jennings. De hecho, después de unas pocas escuchas nos vamos dando cuenta que es su trabajo el que salva por los pelos este trabajo, que por lo demás, se hace bastante tedioso a pesar de los esfuerzos de Sadonis por no parecer que está cantando siempre lo mismo.
Con esa fuente que usan en la portada que recuerda a los primeros discos de Rush bien podrían haberse inspirado un poco en ellos —o ya que estamos en cualquier otro- para elaborar unas cuantas canciones interesantes. Porque lo que parece es que les han podido las prisas y han grabado lo primero que han tenido. Eso sí, White Mountain y Purple Pyramid se salvan de la quema, pero poco más.
Texto: Juan Manuel Vilches
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