Rihanna — Palacio de los Deportes, Madrid — 15/12/2011

Rihanna nos tiene comprados. Aunque de primeras dudásemos de la valía de un tema tan ramplón como “We found love”, al final nos conquistó como siempre que ponemos en tela de juicio su capacidad para engancharnos de mala manera. El próximo paso era defender tal retahíla de hits en vivo y en directo, tratándose de la primera vez que la chiquilla actuaba en España de manera independiente, ya que aunque formó parte del cartel de Rock in Río 2010, los (escasos) conciertos de divas del pop en festivales suelen más comedidos y menos espectaculares.

Después de una machacona sesión de la mano de Calvin Harris, Rihanna salió a la palestra abriendo fuego con su llena pistas «Only girl (in the world)», aunque la voz estaba un poco baja quizás ahogada por la contundencia de las bases. «Disturbia» sonó a medio gas y los matices newordeanos de «Shut up and drive» (contiene un sampler de «Blue Monday») se vieron eclipsados por un guitarreo excesivo y de pose (el guitarrista era todo un personaje, tópicos rockeros incluidos). Por suerte «Man down» subió la media con el toque mordaz de su reggae, donde Rihanna se siente como en casa.

«S&M» incluyó cadenas, cueros y sudor, aunque carecía de la fuerza de la original, y «Skin» y «Raining men» tampoco subieron el listón. Por suerte la parte de ambientación militar, bien de uniformes, coreografías acordes y un par de cañones, trajo las geniales «Breakin’ dishes» y «Hard», para enlazar con una apañada versión de «The glamorous life» de Sheila E. donde Rihanna se arrancó con la batería (para que viésemos que no sólo canta). La sección terminó con un popurrí de «Run this town» y «Live your life», dos éxitos internacionales junto a Kanye West y Jay Z y T.I. respectivamente que nunca llegaron a sonar en nuestro país.

La sección de baladas, que en un principio podría llevar al bostezo, se mostró bastante apañada, aunque en «California King Bed» Rihanna prefiriese quedarse en éxtasis y no cantar el estribillo. Dejar en boca de las coristas muchas de estrofas fue uno de los asuntos más cuestionables del show, pero en el mentado tema fue excesivo. La puesta en escena de este paréntesis sosegado fue uno de los más indefinidos del concierto, con detalles de poco gusto como la jaula de fluorescentes donde Rihanna interpretó «Unfaithful». Y es que aunque es espectáculo en general estaba bien ejecutado y gozaba de bastante espectacularidad, había momentos como éste o detalles que no convencían, como algunos de los vídeos proyectados, que de tan sencillos rozaban el cutrerío. Vamos, que no es Madonna.

Volviendo al setlist, el Palacio de los Deportes se convirtió en una discoteca caribeña a ritmo de «Pon the replay», «Rude boy» y una sensual «What’s my name», para acabar antes del bis con «Don’t stop the music», algo distinta respecto a la versión de estudio (una de las pocas canciones con las que se permitió el lujo). A la vuelta Rihanna interpretó decentemente pero sin emocionar su versión de «Love the way you lie» para continuar con una de las mejores canciones del pop comercial, la enorme «Umbrella», que por mucho que perdiese su lado synth siguió manteniendo la grandeza del single. Para terminar que mejor que recurrir a su hit actual «We found love», que no sabemos por qué se convirtió en el temazo de la velada, con una puesta en escena muy buena y una espléndida Rihanna. Broche de oro para una noche que empezó tímidamente y acabó como el rosario de la Aurora (en el mejor de los sentidos). Y es que así es como transcurren las mejores fiestas.

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dyorch