Era sin duda uno de los festivales más esperados de la temporada. A pesar de cierto caos en la organización (en lo que las entradas se refiere sobre todo), el ajustado precio y la calidad de sus artistas lo hacían demasiado irresistible para no tenerlo en cuenta. Y si además aportas un poco de dinero para una buena causa (o eso creemos), pues mejor que mejor.

Maximo Park

Nunca decepcionan. Se les podría tildar de intrascendentes por su estilo desenfadado y urgente, pero nada más lejos de la realidad. Sus temas y reflexiones se encuentran a la orden del día en una sociedad donde las relaciones de una noche, las decepciones personales y los encontronazos con la dura realidad son moneda de cambio. Y que decir del gran Paul, todo un personaje con un carisma a prueba de bombas. Tanto es así que pudo compensar el escaso volumen de su voz, sin duda el gran lastre del concierto. Salvo ese (importante) contratiempo, Smith y sus chicos se mostraron arrebatadores con sus grandes clásicos, y más que solventes con sus nuevos temas, aunque como era de esperar fueron los primeros los que se ganaron a los asistentes. “The coast is always changing”, “Our velocity’, “Now that I’m over the shop”, “Going missing”, “Books from boxes” o la imprescindible “Apply some pressure” no faltaron en el repertorio. Y a pesar de la estupidez de cierto sector del público (algo presente en muchos conciertos del festival) y de que Maximo Park no han descubierto América, el concierto resultó más de que divertido.

Those Dancing Days

Como salidas de un catálogo del H&M, estás suecas se llevaron de largo a un público completamente entregado. Tocando casi todos los temas de su álbum de debut, además de alguno de su EP, estás cinco chicas saben como crear un espectáculo bailable, luminoso y más que efectista. Se destaparon como unas grandes intérpretes capaces de transmitir a partes iguales la profundidad y la jocosidad de sus temas. Y como regalito se marcaron un “Toxic” (si, si, el hitazo de Britney), llevándoselo a su terreno y haciéndolo suyo. “Run, run”, “Home sweet home” o “Falling in fall” se convirtieron en trallazos instantáneos, que el público coreó (dentro de lo posible) y que convirtieron el nombre del grupo en una realidad, pero esta vez del presente.

El Gunicho

Decir que es una de las grandes revelaciones del indie español está más visto que el tebeo. Nadie lo pone en duda, pero una cosa es el estudio y otra el escenario. Cualquier nueva banda debe de contar con un directo más que decente si quiere ser elevado al olimpo de los grandes. El Guincho llegó, vio y venció. Los pies se dejaban llevar por las percusiones tribales, por los matices electrónicos, por la vitalidad de su voz, por el ambiente festivo de escenario y foso. Gracias a ello se alzó como uno de los grandes triunfadores del festival. Hasta la nueva versión de “Palmitos Park” convenció al más escéptico. También nos regalo algún tema nuevo, entre ellos el posible primer single de su nuevo álbum, que sigue la estela del anterior. Comprensible que su fenómeno haya traspasado las fronteras atlánticas.

Prodigy

Es fácil de adivinar lo que depara el directo de una banda como Prodigy. Macarrismo, griterío non-stop, bases sincopadas y potentes, electrónica sucia y un ambiente ecléctico como el que más. Guste o no, es uno de esos grupos que congrega a gente de lo más variopinta, ya que todos conocemos al menos tres o cuatro canciones de su discografía, y las que no gozan de tanta popularidad dan tanto juego que las bailas como un loco. Puede que la actitud de Keith Flint resulte a estas alturas algo forzada, pero conecta con su público, así que al final cumple su cometido. Su gran baza son sus antiguos hits, porque los nuevos temas, exceptuando “Invaders must die” y alguno más de su último trabajo, no llegan a la altura de lo que nos entregaron en su gran época dorada a mediados de los 90. Pero la leyenda sigue ahí, y aunque el directo peca de limitado, al final levantamos el pulgar hacia arriba.

Spiritualized

Quizás fuese el grupo más fuera de lugar del SOS. Ante tanto punk, pop y electrónica, la apuesta de los ingleses se perfilaba como la más marciana. Se celebró en el escenario más grande y ni de lejos llenaron como lo hicieron Prodigy o Keane. Un público más selecto (no, el que daba empujones en Maximo Park no hizo acto de presencia) para un menú más exquisito de lo habitual, y no por exquisito más aburrido. La contundencia de su directo es una de las marcas de la casa, al igual que una presencia escénica que ya querrían para si mismos otros saltimbanquis. Centrándose especialmente en su repertorio anterior y dejando algo de lado su destacado último disco (aunque su genial single “Set my soul on fire” no faltó), J.Spaceman y su séquito (incluidas dos mujeres negras muy gospel) se situaron en forma de semicírculo, sin cruzar casi miradas con su público. No hizo falta, la conexión fue total, su space rock invadió cada rincón del recinto para dejarnos con la boca abierta. Hay bandas que siempre son una apuesta segura.

Keane

Cuando no daba ni un duro por el directo de estos inglesitos tan de moda hace unos años y tan olvidados a día de hoy, la sorpresa fue mayúscula al descubrir que no son tan blanditos como pensaba. Aunque siguen mostrándose muy melódicos, la energía es una de sus grandes bazas. Con un equilibrio perfecto entre sus temas más míticos, los más destacados de su último álbum y aquellos que no fueron singles pero que lo merecieron, el recital de Chaplin y los suyos se convirtió es un imprescindible del festival. Gracias a la acertada elección de canciones podían disfrutar desde los más puristas a los que solo conocen sus grandes éxitos (que no son pocos). Además, contaba con una puesta en escena muy efectiva y estéticamente preciosa, sin restar protagonismo a la música pero con suficiente presencia para poder arroparla convenientemente. Y por si fuera poco nos dejaron K.O. con su versión de “Under pressure” de Queen y Bowie. Es un grupo de masas, pero prejuicios a un lado, no hay duda de que saben satisfacer todas las demandas.

Underworld

Reconozco que no soy muy fan de Underword y que conozco por encima sus trabajos, pero la curiosidad de contemplar en directo uno de los estandartes de la electrónica de los noventa me impedía perdérmelo. Y por supuesto, por escuchar el tema que marcó a los jóvenes de la época, ese gran himno que es “Born Slippy”. El espectáculo se basó en mostrarnos su cara más intimista con su lado más techno, aunque el público quería darlo todo bailando. Como cualquier concierto de electrónica, resultó algo enlatado, comprensible por otra parte, y aunque faltase cierta pasión y entrega (algo completamente subjetivo por otra parte), el resultado fue bastante satisfactorio. No se convirtió en la bomba del festival, pero nadie lo esperaba.

Ladyhawke

La neozelandesa se convirtió en el gran bluff del SOS. Aún recuerdo el concierto de enero en Madrid. No fue muy notable, pero también es verdad que el sonido de la sala jugó en su contra. Al verla de nuevo creo que el problema no fue solamente del 8 y Medio. Su disco debut es más que bueno, pero después de ver su directo te comienzas a plantear si realmente era así o si solo se trataba de un trabajo entretenido con tres o cuatro hits indudables. Porque el concierto siguió ese patrón. Temas insulsos la mayoría y algún que otro hit, especialmente en el tramo final enlazando “Paris is burning” y “My delirium”, los grandes pelotazos de la cita. “Magic” también fue destacable, pero su supuesto gran hit, o al menos el más popular, “Tusk til dawn” se desinfló de una manera alarmante en vivo. Y el resto de temas más de lo mismo. Suponemos que por su enfermedad psicológica (una similar al autismo, pero no tan grave) la chica se muestra algo más tímida y retraída de lo normal, pero no es excusa para realizar un show tan falto de gancho y carisma.

2 Many Dj’s

Son un must en cualquier festival que se precie y el SOS no podía ser una de las pocas excepciones. Es la cita a la que nadie falta después de ver una retahíla de conciertos, en la cual hasta los detractores de la electrónica disfrutan. Y entre ellos me encuentro yo mismo. Pero si un par de dj’s son capaces de sacarme del agotamiento de un festival a altas horas de la madrugada y hacerme bailar y disfrutar con cada base, cada loop, cada mezcla, merecen mi más sincero aplauso aplauso. Y todo ello sin explotar en exceso clásicos de la pista de baile (aunque los hay: “Just can’t get enough”, “Funky town”…), y por ello la tarea de entretener a su público no objetivo se complica aún más. Pero lo dicho, aprueban con nota, sin ofrecernos nada nuevo, pero para que más si el resultado es brillante.

Más información: www.sos48.com

dyorch

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