Steven Wilson — Grace For Drowning (KScope / Snapper Music, 2011)

De un tiempo a esta parte, en la escena progresiva o experimental hay nuevas propuestas que gustan de rescatar el estilo de los 70 de mala manera; es decir, no dejándose influenciar para parir algo nuevo, como los neo progs de los años 80, ya que más bien fusilan un sonido concreto queriendo ser tal o intentando lograr calco de pascual. Steven Wilson no es precisamente nuevo, al igual que tampoco busca lo citado. Eso sí, las agrupaciones que le embriagaron en su juventud siguen presentes, sobre todo en un trabajo como este Grace For Drowning.

Hay algo de aquello que pasó con Steve Hackett al construir ese mastodonte tan genial como abstracto que fue en 2006 Wild Orchids. Al ex Genesis tras Metamorpheus, lleno de arreglos de música clásica, se le pedía un regreso al rock progresivo más tradicional. ¿Qué hizo él? Grabar esas “orquídeas salvajes” que eran piezas musicales totalmente abiertas, sin seguir una línea estilística clara y que ofrecían diversos puntos de vista, diferentes corrientes de la música bien hecha. Steven Wilson, una vez asimilado Insurgentes, puro riesgo y camino de vida, inyecta en Grace For Drowning ese valor por la síntesis de lo amado, deseado y apreciado, tanto del pasado como de lo que debería escucharse en el futuro.

Y es que, mientras en ‘Belle De Jour‘ hace su particular acercamiento al tema principal que trufase de delicadeza el filme de igual nombre dirigido por Luis Buñuel, en los casi veinticuatro minutos de ‘Raider II‘ da rienda suelta a unas progresiones entre clasicistas, de encuadre setentas, y la contundencia del hard experimental. Hay acercamientos a los Pink Floyd calmos en ‘Like Dust I Have Cleared From My Eye‘, al igual que sueños espaciales con querencia por la invención de un score fílmico inquietante en ‘Sectarian‘ —una de mis piezas predilectas en este doble trabajo—. La escena de Canterbury y el rock in opposition se aman en ‘Remainder The Black Dog‘, estallido que muere en cortes como ‘No Part Of Me‘ o ‘Postcard‘ en el encuentro de la voz de Wilson con su lado íntimo.

Del jazz progresivo a la psicodelia de última generación, experimentando siempre y teniendo muy presentes los movimientos que hicieron ciertos popes de finales de los 60 y principios de los 70. Nunca mirando al examen del compañero, ya que lo suyo es responder cada nueva pregunta con lo aprendido en su travesía como músico y acólito de los bellos engranajes sonoros. Uno de los mejores discos que nos ofrece este 2011 que termina.

sguillen

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  • El mejor disco del año con diferencia, de uno de los mejores compositores en la actualidad, que sino el mejor. Una obra maestra de la ya extensa discografía del amigo Steven Wilson. Simplemente, ¡una maravilla!

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