Dejando aparte los festivales Surforama, los aficionados al reverb teníamos marcadas dos fechas imprescindibles este año, que además se condensaban en apenas un mes. Los días 11 y 12 de abril nos visitó Dick Dale, padrino del estilo surf, y en esta ocasión recibimos con satisfacción a The Barbwires, todo un acontecimiento para aquellos que hemos podido paladear sus discos.
La excusa para traerse a estos suecos fue la celebración de la IV Surf & Roll Party, organizada por el prestigioso programa radiofónico El Sótano, lugar de encuentro para todos los amantes, no sólo del surf, sino también de otros estilos de secano desde el garaje hasta el frat o el punk.
Los invitados nacionales, perdón, intergalácticos, fueron Los Tikinautas, que con un planteamiento a priori muy curioso y divertido no sacan partido del mismo. Durante una hora mostraron su repertorio con algún aporte interesante de los teclados o el juego entre guitarras, como en Gringo Loco, así como alguna pieza vocal más animada. Sin embargo la música instrumental tiene un componente visual muy importante, y aunque esta banda tiene el concepto -los alienígenas invasores te surfearán-, les falta la chispa para explotarlo y que el concierto deje se ser soso y previsible.
La actuación de Mike Barbwire y sus secuaces -magnetofón incluido, y eso que un servidor creyó que era una licencia poética que el sueco se había permitido en la entrevista que le hicimos- fue un tsunami que arrasó los cimientos del local. Comencemos por la única crítica negativa posible, la guitarra tendría que haber sonado bastante mejor, en ningún momento tuvo la calidad necesaria para degustar los incendiarios solos del escandinavo como merecían.
Dejando de lado aspectos técnicos, el espectáculo fue tremendo. Resulta complicado resaltar un tema sobre otro, del último plástico Searider rescataron entre otras Blood on the waves, Go go gasoline con su twang salvaje, You son of a beach con sus palmas tan españolas y el clásico instantáneo La caja del muerto con las cuerdas y los arreglos sonando desde el magnetófono, aparato que fue alabado por el combo con auténtica fruición.
Mike estuvo totalmente hiperactivo a pesar de haber dormido los últimos días en aeropuertos -estaba grabando con The Dragtones en Los Ángeles-, tocando de rodillas, saltando entre el público, gritando y lanzando su sombrero. Otros momentos para el éxtasis llegaron sobre The biggest wave, Crazy kooters, tranquila en estudio pero frenética en directo o Coffin Ride, con la que cerraron un corto pero muy intenso concierto.
Genuina demostración de calidad musical y actitud arrolladora por la banda instrumental más grande de los últimos tiempos. Escuchen ustedes medio minuto de La Caja Del Muerto, son suficientes para volverse adicto.
Texto: Pointer
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