Concierto para la historia en el Caravan. No es la primera vez que acudo a la llamada de una banda aconsejado por las alabanzas de medios y amigos, pero en contadas ocasiones el resultado final supera tan altas expectativas de forma tan notoria.
La primera banda de la noche son Mammy Tuna, músicos solventes y voz femenina para versionar con personalidad canciones de Tracy Chapman, Kiss o el célebre Kansas City. No he encontrado apenas información sobre ellos, pero sin duda destacarán en el circuito madrileño.
La revelación de la noche llega de la mano de un power trío inglés que nada más subir al escenario ya llama la atención: todos llevan camisas de estilo añejo, el bajista dobla en edad al resto (de hecho su hijo se sienta a los parches) y el guitarrista nos recuerda físicamente a un adolescente Mick Jagger.
Empieza la música y ya la vida nunca será igual, Every Gig Has A Neighbour pone la sala boca abajo. Jason Barwick, con 20 años, canta, guitarrea, salta y gesticula con maneras de genio, todo esto sin fallar una nota. La música que ejecutan está claramente ubicada en el blues rock de finales de los 60 y primeros 70, con psicodélicos solos Hendrixianos con wah-wah y riffs sacados del librillo de Jimmy Page como en Surrender It All.
Por si fuera poco, muchos de sus fraseos nos recuerdan la genialidad de Jeff Beck. Puede que estuviera influido por lo que ví el día anterior pero también pude observar ambientes deudores de Pink Floyd y sus particulares atmosferas. No todo queda en el pasado, los toques modernos son menos evidentes pero también tienen detalles de unos Jet o unos Arctic Monkeys.
En estos casos es difícil fijarse en el resto de la banda, se hace el esfuerzo y encontramos un bajista, Tim Smith, que canta algunos temas con la elegancia de Jack Bruce mientras presenta con orgullo el solo de batería de su hijo Kurtis. El estilo de este último nos recuerda a un jovencísimo John Bonham, la energía que transmite, los redobles, la pegada y ¡hasta toca con los puños!.
Cuando creíamos que ya nada podía mejorar, Jason saca un arco y asombra aún más al público con los oscuros sonidos que arranca de su guitarra. Parece que ha finalizado una actuación que reventaría estadios con apenas 50 privilegiados delante, pero deciden tocar otra más, Voodoo Chile. ¿Se puede tocar una canción de Jimi Hendrix mejor que Jimi Hendrix?. Sí.
Texto: Pointer
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