Vive Latino Zaragoza- Día 1- viernes 2/9/2022

Vive Latino es el festival más importante de latinoamérica, con 25 ediciones celebradas en Ciudad de México y concurrencias de hasta 100.000 personas por día. Planificado inicialmente para el malogrado 2020, ha sido dos años después cuando se ha podido celebrar su primera edición al otro lado del atlántico, en Zaragoza. El recinto ha sido todo un descubrimiento, es el lugar donde se realizó en 2008 la expo del agua, un enclave de gran valor arquitectónico a orillas del río Ebro, desgraciadamente infrautilizado desde entonces.

El cartel contó con una gran representación de las bandas más exitosas del indie español, incluso se podría decir que había “demasiado” cabeza de cartel, una muy valiente apuesta que habrá conllevado una gran inversión económica. Por la parte americana hubo una gran variedad de nacionalidades, estilos y niveles de popularidad, con algunas agrupaciones que ya pueden girar de forma rentable por europa y otras que aprovecharon el festival para darse a conocer.

Jugoso comienzo con Miss Caffeina en el escenario Ámbar. Acostumbrados a horarios noctívagos y a liderar eventos, no se arrugaron abriendo a las cinco de la tarde. Este año han lanzado su sexto largo, “El Año del Tigre”, y acertados singles como ‘Punto Muerto’ son acompañados en directo por atrezo chino: farolillos, dragones y espejos. En apenas 40 minutos disfrutamos de temas como ‘¡Oh! Sana’, ‘Venimos’ o el himno contra el odio en primera persona de ‘Reina’ (dedicado al niño víctima de acoso cuyo vídeo se hizo popular hace unos días). La sección electrónica y la rítmica (bajo y batería) nunca combaten, sino que se funden para enriquecer el resultado, aunque es difícil apartar la vista de un Alberto Jiménez excelso a la voz y con una elegancia mayúscula. La mejor síntesis de la banda es ‘Oh Long Johnson’, rockeros rasgueos de guitarra, potente estribillo popero y electrónica bailable. La fusión definitiva.

El debut en el escenario grande, patrocinado por Nautalia, le tocó a Sidonie, que tiraron de oficio y del carisma habitual de Marc Ros -el Serge Gainsbourg de la ciudad condal- para contentar al personal. ‘Me llamo Abba’, ‘Carreteras infinitas’ o ‘El Incendio’ son coreadas por un público que empezaba a ser numeroso.

El inicio latinoamericano fue un solape entre Silvana Estrada y Babasónicos. Nos decantamos por los argentinos, mucho menos proclives a volar a Europa que la xalapeña. Liderados por el cantante Adrián Dárgelos, sus trazas de chamán mesiánico se ajustan a la perfección a sus medios tiempos de letras arrastradas y su particular interpretación de la psicodelia. Frente a multitud de banderas latinoamericanas -lo que se convirtió en una constante en todo el festival- presentaron temas de todas sus épocas, como el reciente ‘Bye Bye‘ -de su disco “Trinchera” de este mismo año-, ‘La Lanza’, ‘Putita’ entre olor a mota, ‘La Pregunta’ donde la intensidad crece con arrebato justiciero o, para alegría de los luchadores mexicanos presentes, ‘Irresponsables’. Más que un concierto, un ritual.

Hablando de luchadores, precisamente la lucha libre mexicana tuvo su espacio en el festival, con un par de shows al día. Conocida mundialmente por sus máscaras o iconos como El Santo, en directo es tremendamente divertido observar sus coreografiados combates, decidir con quién vas y presenciar el ardor de los aficionados. El mejor lugar para aprender insultos importados.

Siempre es una alegría cuando sale al escenario Coque Malla, que liberó enseguida su himno ‘No puedo vivir sin ti’, acarició la preciosa ‘Me dejó marchar’, reivindicó la juerga en el clásico de los Ronaldos ‘Por las noches’, nos hizo recordar al entrepreneur de Pantomima Full en ‘Adiós papá’ y cerró con el local Kase O y su colaboración conjunta ‘Un lazo rojo, un agujero’.

La carrera de Mon Laferte no deja de acelerarse hasta el estrellato más eterno. Tras dos discos en 2011 y 2013 que no hicieron demasiado ruido, su ‘Mon Laferte Vol.1′ de 2015 la catapultó hacia un éxito que ha refrendado en cuatro discos de estudio más donde explora diversas sonoridades y mantiene su espectacular voz. Su sola presencia hace que el público chille de emoción, y ella responde con tremendos agudos sostenidos en letras de amores desesperados. La formación de esta gira consiste en guitarra, teclados, batería y trompeta, aunque en ocasiones suena el acordeón, percusiones adicionales o la propia Laferte agarra la guitarra. ‘Aunque te mueras por volver’, ‘Tormento’, ‘Si tú me quisieras’, ‘Good boy’, se suceden las canciones y el nivel vocal de la diva no hace sino mejorar en cada tema, que además animó a dar “un grito fuerte por el apruebo” de la nueva constitución chilena. Sin embargo la banda no terminó de empastar, igual fue cosa de la mezcla, pero por alguna razón estos grandes músicos no terminaron de hacer clic. Para colmo se pasan de su horario y tienen que terminar ‘Amárrame’ sin electricidad, aunque con el público feliz, bailando y cantando. (Afortunadamente la artista se resarció tres días después en Madrid con un excelso concierto. Lee aquí la crónica)

El tercer escenario del festival, patrocinado por Vuse, tuvo uno de sus grandes momentos con la presencia de Aterciopelados. Los colombianos son una de las bandas más importantes de toda latinoamérica, no sólo por su música, sino por su mensaje, su actitud y el enfoque rompedor de su propuesta. Digamos que son mucho más punkies que el 90% de las bandas con cresta, y pocas veces un público demuestra tan fervientemente el cariño por una persona como el que recibió su cantante Andrea Echeverri.

Musicalmente parten de lo mínimo, acordes básicos, ejecución recia y segura y unas letras que encuentran sin dificultad a una audiencia representada. A partir de ahí el infinito: su paleta de estilos es amplia, del punk al blues pasando por sonidos tropicales. ‘Baracunatana’, ‘El Álbum’, ‘Florecita Rockera’, ‘Bolero Falaz’, uno tras otro van cayendo los temas de su excéntrico y sabroso cóctel, exprimiendo sus recursos, genialidad tras genialidad.

El Keith Richards de la banda, ese músico con el secreto de la esencia de su sonido, no es otro que Héctor Buitrago, siempre imprimiendo el ritmo necesario desde su bajo y presentado como “un ser enigmático y maravilloso” por la magnética Echeverri. Aunque para conocer más de la intrahistoria de la banda, nada como la autobiográfica canción ‘Dúo’.

Aprovechando que estaba en Zaragoza, cuna de Héroes del Silencio y por lo tanto de Bunbury, Andrea tuvo a bien confesar “Marica, yo estuve enamorada de ese man”, del que también relató la anécdota de que nunca firmaba bandera alguna, ya que decía Enrique: “mi patria es el escenario”. Como detalle final para su público lanzaron cuatro frisbees aterciopelizados. No hace falta añadir nada más, ya lo dijeron ellos “Bailemos y hagamos ruido, hoy se cruzan nuestros caminos”.

Volumen a tope en el siguiente escenario: León Benavente consigue en directo que sus canciones se resignifiquen y alcancen nuevas cotas. Desde sus comienzos siempre han demostrado querencia por el decibelio, pero el delicioso rollo maquinero que han sumado a su show mejora temas como ‘Tipo D’ o ‘Ayer salí’. Sus discos se nos antojan complicados de digerir en su totalidad, pero tenerlos de frente sobre unas tablas es otra cosa. Mucho más que ‘Ser Brigada’. Amos.

Estamos seguros de que Molotov era la formación latina del cartel más popular entre los “ibéricos”, ya que a finales de los 90 no dejaron de sonar en todos los ambientes. Sin embargo el grueso de los pogos estuvo formado por centenares de abanderados de Colombia, Honduras, Nicaragua, Argentina y, por supuesto, México. Qué gran alegría que en un festival se cuide el sonido, el bajo de Paco Ayala atronó e hizo brincar y bailar, la batería de Randy estuvo contundente y las guitarras, voces y coros se oyeron tan fuertes y claras como su discurso contestatario. ‘Amateur’, la versión de ‘Rock Me Amadeus’ de Falco en versión mexa ya es totalmente molotovera, en ‘Chandwich a la chichona’ se turnan las partes vocales creando la locura hasta en las gradas mientras que su último single, ‘No olvidamos’, es una dura crítica a la política mexicana de los últimos 50 años.

Es muy significativo que en este lado del charco una canción tan reivindicativa como ‘Gimme tha power’ sea considerada poco menos que festiva, cuando en realidad denuncia los genocidios que, de facto, se siguen produciendo en diversos lugares de latinoamérica. Casi al borde de la afonía gritamos ‘Puto’, donde Micky Huidobro inserta un disclaimer “no somos homófobos”.

El plato fuerte del día en el escenario principal venía de las afueras de Madrid con la actuación de Vetusta Morla. Su nuevo disco Cable a tierra ha conseguido darle a su sonido una nueva vuelta de tuerca con ricas novedades rítmicas, aunque ‘Puñalada Trapera’, ‘La Virgen de la Humanidad’ o ‘Finisterre’ apenas son conocidas todavía. El karaoke llegó de la mano de sus éxitos primerizos como ‘Valiente’ o ‘Sálvese quién pueda’, mientras el cantante jugó a cambiar parte de la letra de ‘Golpe Maestro’: “las facturas no dejaron de aumentar”.

Entre canción y canción Pucho desvela su fascinación por tocar al lado del pabellón puente, obra maestra de la arquitectura de este siglo, y agradece a la organización y al público que este sea el sexto festival Vive Latino en el que participan (hace 6 meses estuvieron en el de Ciudad de México). Con la tríada infalible de ‘Saharabbey Road’, ‘Cuarteles de invierno’ y ‘Los días raros’ la banda se despide. Aún quedarían unas rimas de Sho-hai, que jugaba en casa, para dar por terminado el primer día del festival.